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Estados Unidos estropea la fiesta en el Azteca

Víctima de un fatalismo crónico por el juego que presentó, México perdió con Estados Unidos en su castillo inexpugnable, el Estadio Azteca, en donde no caía desde 2001 contra Costa Rica.
La selección de Jürgen Klinsmann es un poco el reflejo de los norteamericanos como país, un cúmulo de nacionalidades que aportan cualidades desde diferentes ángulos y que nunca se ponen barreras por mucho que la adversidad sea inminente.
Uno de esos patriotas, de ascendencia mexicana, Michael Orozco, que juega en el San Luis, entró de cambio y a los dos minutos punteó el balón que entró como un puñal caliente en el pecho de los locales.
Nunca México había perdido contra Estados Unidos en 10 encuentros en el Azteca, sólo una vez, en 1997, cedió un empate a cero goles y ahora, tras un éxtasis por la medalla de oro olímpica, llegó una decepción tremenda a pesar de ser un encuentro de preparación.
Los resultados en partidos amistosos significan maquillar con astucia los malos momentos que pueda tener un equipo, el funcionamiento mexicano bajo los números de la Eliminatoria están cobijados, pero a cambio han entregado la peor carta en la era del Chepo de la Torre y ante el rival más odiado.
Estados Unidos, a un año de trabajo con Klinsmann, aún es  inocente, pero  a ratos tienen pinceladas del futbol alemán: todo a primer toque para encontrar al compañero. El gol podría ser un regalo excesivo para lo poco que enseñaron, pero lo anotaron.
México desde la alineación inicial no fue el equipo sinfónico que De la Torre ha mostrado. Desperdiciadas zonas del campo tan sensibles como el medio campo con Manuel Viniegra y el ataque con Ángel Reyna. El Tri disparó a la puerta de Tim Howard hasta los 56 minutos cuando Elías Hernández daba señales de vida por el costado derecho y Javier Hernández se seguía debatiendo entre el gol y el sufrimiento.
No la pasa bien el delantero del United, tan ofendido por su propia afición con el grito de ¡Oribe, Oribe! Como afectado en su nervio goleador que le hizo errar varias veces ante la portería, sin restarle mérito alguno a Howard al que sus compañeros le deben descorchar la sidra de la victoria en campo ajeno.
México no pudo superar las barricadas creadas por ellos mismos, empeñados en arreglar con acciones musculosas lo que tiene remedio con un toque de imaginación.
El Chepo entregó una página negra, tan histórica, como la reciente medalla olímpica.
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