LAS VEGAS.- El sinaloense Julio César Chávez recibió una lección de boxeo durante la mayoría de 11 asaltos, pero en el duodécimo y final episodio estuvo en un tris de noquear al zurdo argentino Sergio “Maravilla” Martínez, quien sobrevivió a un verdadero infierno y se llevó una merecida decisión unánime, para reconquistar el cinto universal mediano del WBC, ante más de 19 mil personas que produjeron un lleno histórico en el Thomas & Mack Center y armaron un enorme ambiente, que continuó después de que ambos rivales se abrazaron en el ring al sonar el gong postrero.
Martínez sufrió dos caídas en ese volcánico último capítulo, la segunda por empujón y que no contó el réferi Tony Weeks. Pero aun en momentos tan dramáticos, el sudamericano se portó orgulloso e intentó devolverle el derribe y derrochó recursos defensivos para salir del terrible apuro.
El Júnior tardó mucho en “encontrarle el modo” a su adversario, que le hizo “pasar las de Caín” por su movimiento perpetuo, su ya conocida velocidad de puños y su guardia zurda.
Todo el odio mostrado por ambos rivales antes de la contienda fue puesto en cada acción en el ring y por eso al final, cuando Michael Buffer anunció que dos jueces votaron 118-109 y otro 117-110, Martínez fue a buscar a Julio para abrazarlo e intercambiar palabras de reconocimiento.
Martínez ejecutó la pelea prevista por los expertos, de mucha movilidad, con un incesante jab y acciones de entrar y salir tan rápidas que el Júnior se vio desconcertado, sobre todo cuando lanzaba un fallido golpe, y Sergio reculaba y respondía con fugaces contragolpes, que fueron dándole puntos e inflamaban el rostro del mexicano y le hicieron sangrar por la boca desde los rounds intermedios.
El de Culiacán sorprendió por su entereza al no perder nunca la paciencia pese al pertinaz jab y “casi invisibles” derechas del contrario, y ello le llevó a tener momentos de éxito e incluso cortar el párpado superior izquierdo del argentino en el octavo round.
El apasionado público, predominantemente mexicano, nunca dejó de alentar a Chávez con sus porras ante la hinchada argentina, que gozaba con la exhibición y control en el cuadrilátero de su coterráneo.
Chávez tuvo dificultad para hundir su famoso gancho al hígado por lo cerrado de la defensa del argentino mientras su ojo izquierdo se hinchaba visiblemente al correr de los episodios para terminar casi cerrado y como un volován en el párpado superior. La prodigiosa quijada de Julio, quien heredó el aguante de su padre, le permitió soportar los opers que Martínez lanzaba cuando el nuestro acortaba distancias.
El de la bandera albiceleste también exhibió resistencia a los fuertes impactos que muy esporádicamente llegó a recibir, hasta aquellos del casi fatídico duodécimo asalto, en que recibió un derechazo y una serie de izquierdas que le arrojaron al piso de manera espectacular para recibir la cuenta de amparo. El drama duró todavía un minuto cuando Julio se fue sobre su presa pero no pudo asestar otro impacto definitivo y vino esa caída por empujón o jalón que casi hizo derrumbarse el estadio.
“Maravilla” mostró ser de esos peleadores que arriesgan poco, pero en su caso es también un valiente que se faja y por ello estuvo en dificultades en la octava vuelta y en el narrado capítulo postrero.
Julio, de 26 años, sufrió su primer revés y quedó con 46-1, 32 noqueados y un empate. Sergio, de 37, subió a 50-2, 28 nocauts y dos empatadas.
OFRECIÓ REVANCHA
Ese gran round 12 por parte del Júnior propició que se hable de revancha, la cual Martínez se dijo gustoso de aceptar. Julio dijo pensar que “en un desquite lo noquea”.
En la semifinal, el boricua Román “Rocky” Martínez venció por impopular decisión dividida al mochiteco Miguel “Barreterito” Beltrán y volvió a instalarse como monarca mundial superpluma de la WBO.