Los Dodgers llegaron a Milwaukee cargando más historia que equipaje. Un equipo con nómina récord, la mayor estrella del beisbol moderno y el recuerdo de las noches que definen eras. Del otro lado, los Brewers, la organización que los barrió en temporada regular y que sueña con una revancha que lleva siete años esperando. El primer juego de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional se inclinó hacia la experiencia.
Los Ángeles ganó 2-1 gracias a un pitcheo magistral de Blake Snell y el poder oportuno de Freddie Freeman. Pero el encuentro fue llevado hasta el límite cuando Brewers llenó la casa en la novena entrada y Dodgers supo soportar la presión.
Snell firmó una joya de pitcheo que en postemporada se convierten en diamantes. Se mantuvo en la loma ocho entradas, 10 ponches, un sólo hit y ninguna base por bolas. Es el primer lanzador en la historia de la postemporada en registrar al menos 10 chocolates, permitir uno o menos hits y no otorgar pasaportes en una salida de ocho innings o más. El zurdo apenas permitió que Milwaukee respirara.
Freeman, hecho para la postemporada
El golpe decisivo llegó en la sexta. Freeman, MVP de la Serie Mundial 2024 ante los Yankees, volvió a encontrar el punto exacto del contacto. Su cuadrangular solitario rompió el empate y reafirmó su nombre como sinónimo de brújula emocional de la novena angelina. Mookie Betts amplió la ventaja con paciencia, negociando una base por bolas con las bases llenas para impulsar la segunda carrera.
Milwaukee, sin embargo, tuvo su oportunidad de redención. En el noveno, el japonés Roki Sasaki se complicó. Jackson Chourio empujó una con elevado de sacrificio, y los Brewers llenaron la casa. Pero Blake Treinen, convocado de emergencia, apagó el incendio al ponchar a Brice Turang.
Jugada que se convirtió en clásico instantáneo
La postal curiosa del juego llegó en la cuarta entrada. Con las bases llenas, Max Muncy conectó un batazo que parecía grand slam. Sal Frelick, jardinero central de Milwaukee, se elevó hasta el muro, perdió la pelota, la recuperó en el aire y convirtió la jugada en una doble matanza 8-6-2, una rareza que no se veía en postemporada desde hace 35 años, según Elias Sports Bureau.
Excelsior