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Mitt Romney encara dos tormentas en su agenda

Mientras tratan de ajustarse a los cambios que la tormenta Isaac obligó a hacer en su calendario de convención política, los republicanos se resisten, hasta ahora, a ajustarse a los cambios demográficos que el crecimiento de las minorías plantea en Estados Unidos.
La decisión de posponer el inicio de la convención para nominar a Mitt Romney como candidato presidencial “fue abundancia de cautela” de los organizadores ante el mal tiempo, dijo Rience Priebus, presidente del Comité Nacional Republicano. Pero la convención seguirá su curso, 
afirmó.
Para muchos, la preocupación está en otra clase de tormenta.
“Nuestra demografía cambia, aunque no tenemos que cambiar el núcleo de nuestras creencias sino el tono de nuestro mensaje, el mensaje y su intensidad”, dijo el ex gobernador de Florida, Jeb Bush, hijo y hermano de presidentes que sería un contendiente serio si quisiera serlo.
Bush se refiere a una tormenta demográfica ilustrada tanto por el crecimiento de grupos étnicos, especialmente los de origen hispano, y por las encuestas que colocan a las minorías –sobre todo la creciente hispana–, abrumadoramente al lado del Partido Demócrata y la reelección del presidente Barack Obama.
Una encuesta reciente del grupo Latino Decisions indicó que más de 60 por ciento de los votantes hispanos favorece a Obama, con un impacto especial en al menos cinco de los nueve estados considerados como “campo de batalla” electoral, incluso Florida, tradicionalmente considerado como 
prorrepublicano.
De acuerdo con la opinión de Matt Barreto, director de Latino Decisions, la ventaja demócrata podría ser mayor que nunca y quizás convertirse en una desventaja perdurable para los republicanos.
Pero casi al mismo tiempo, la gobernadora republicana de Arizona, Jane Brewer, insistió en un tono de dureza hacia la migración, amparada en lo que definió como respeto a la ley.
Tras calificar la política migratoria de Obama como “antiestadunidense” –en referencia a la medida administrativa que dio alivio a los “soñadores”, los jóvenes indocumentados que llegaron aquí como niños–, Brewer apuntó que “vamos a determinar colectiva y legalmente cómo vamos a lidiar con 
esos temas”.
La campaña de Romney ha sostenido en gran medida posiciones que los hispanos consideran adversariales y, de hecho, la plataforma política del partido, a ser aprobada esta semana, incluye un apartado en el que plantea una política migratoria de dureza –incluso la construcción de una barda en la frontera con México–.
Grupos latinos encabezados por la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos (NALEO, por sus siglas en inglés) advirtieron ya varias veces que las posiciones migratorias presentadas por los republicanos los oponen a los latinos, para los cuales en su mayoría se trata de un tema emocional y muy cercano, y con implicaciones para el futuro de los dos 
partidos.
Pero la influencia de sectores considerados como de derecha en el seno del Partido Republicano, mayormente de clase media blanca, hay acusaciones sobre los acentos raciales de esas políticas.
Tanto Bush como Brewer coincidieron en el influyente programa dominical Meet The Press (Encuentro con la Prensa), en la cadena de televisión NBC, que como todas las demás se centró ya sobre la convención y las circunstancias políticas y climáticas que la rodean.
Pero la rigidez de los republicanos en torno al tema migratorio contrasta con la flexibilidad de que han hecho gala para enfrentar el impacto de Isaac, sobre todo ante la realidad de que muchos de los 50 mil asistentes a la convención debieron alojarse en ciudades vecinas, incluso Saint Petersburg, al otro lado de una bahía interconectada por largos puentes que las autoridades consideran como “expuestos”.
Isaac obligó ya a la posposición de la nominación de Mitt Romney como candidato presidencial del Partido Republicano, que en una ruptura con la tradición fue anunciada para la noche del lunes, y podría obligar a otros cambios que algunos veteranos políticos, como el senador John McCain, consideran negativos en términos de imagen 
y mensaje.
Las convenciones políticas son consideradas como una oportunidad para divulgar sin obstáculos la imagen y mensaje de partido y candidato. El final de la convención demócrata, el seis de septiembre, marcará el inicio formal de la campaña electoral, que en realidad está en desarrollo hace más de dos meses.
Latinos, invitados de honor
El crecimiento de la minoría latina puso este año a los hispanos como el “plato caliente” de la política estadunidense, y esa condición se reflejará en las convenciones nacionales de republicanos y demócratas.
El símbolo de esa nueva importancia será el papel de honor que tendrán por primera vez los oradores latinos en ambas convenciones. De acuerdo con expertos, la lista de personajes que se dirigirán a los convencionistas dice mucho del partido reunido.
Así por ejemplo, el senador cubanoestadunidense Marco Rubio será el encargado de presentar al aspirante presidencial republicano Mitt Romney en lo que será su consagración como candidato presidencial, el jueves 30 de agosto.
La gobernadora de Nuevo México, Susana Martínez, y el tesorero de Texas, Ted Cruz, han sido desplegados también de forma prominente en la lista de oradores de la convención.
Pero a cambio de esos gestos de acercamiento, el ala xenofóbica del Partido Republicano será representada por al menos siete oradores que en un momento u otro se han dicho convencidos de que el presidente Barack Obama –hijo de padre keniano– no nació en Estados Unidos… entre ellos está el empresario Donald Trump.
Una semana después, el alcalde de San Antonio, Julián Castro, será el orador “clave” de la Convención Demócrata; como tal, pronunciará el principal discurso del primer día de la reunión y en él delineará, según la costumbre, los temas y el tono del encuentro, así como el mensaje general que se espera ofrecer.
Para dar una idea de la importancia, basta recordar que Barack Obama fue el orador principal en la Convención de 2004, y 16 años antes Bill Clinton presentó al candidato presidencial de su partido. Ambos discursos son famosos por razones diferentes…
El 21 de julio de 1988, el entonces juvenil y semidesconocido gobernador de Arkansas, William Jefferson Clinton, fue abucheado por los asistentes a la Convención Demócrata: encargado de nominar a Michael Dukakis como candidato presidencial del partido, hizo un discurso tan largo que los vítores sólo se dieron cuando anunció su frase final: “en conclusión…”
Nadie esperaba que Clinton, de 41 años, se levantara de lo que pareció entonces un profundo ridículo, hecho en televisión nacional en tiempo “triple A”. Pero cuatro años después, Clinton era el nominado y protagonista de un controversial, pero exitoso gobierno durante ocho años.
El 27 de julio de 2004, el entonces virtualmente desconocido senador estatal y candidato a senador federal por Illinois, Barack Obama, hizo a su vez el discurso de su carrera, al presentar las metas y el mensaje de la convención y el ideario demócrata.
La pieza oratoria fue tan buena que de hecho se le considera como una de las más importantes declaraciones políticas de los últimos años y los liberales estadunidenses la consideran como un discurso “legendario”, tanto que el discurso del candidato John Kerry no tuvo el mismo impacto.
Sólo cuatro años después, Obama era el nominado y llegaba a la Casa Blanca para convertirse en un figura histórica: el primer presidente de color en la historia de Estados Unidos, puesto al que llegó en medio de una severa crisis económica y dos guerras, pero también entre desmesuradas expectativas.

Presentarán a sus estrellas
Las convenciones han sido más de una vez la plataforma de lanzamiento para carreras políticas y para nadie es un secreto que son también el marco de cada partido para presentar a sus estrellas, incluso a las que espera impulsar en el futuro próximo.
La inclusión de Rubio y Martínez en la lista republicana tendrá la meta de subrayar el interés de ese partido en llamar la atención de los votantes conservadores latinos, parte al fin y al cabo de una minoría a la que figurativamente han atacado una y otra vez en los últimos años.
El demócrata Castro, por su parte, ha sido presentado como “el hispano post-hispano”. Hijo de una activista del Consejo Nacional de La Raza Unida, un grupo definido en los 70 como “nacionalista
mexico-estadunidense”, Castro se presenta como un demócrata moderado y, en declaraciones a The New York Times, puntualizó que “no quiero dar la espalda a la generación de mi madre, pero nosotros tenemos una carga menor”.
La importancia de los oradores y de la televisión se refleja en las protestas de los republicanos cuando se dieron cuenta que las mayores cadenas, con una transmisión directa disminuida, no llevarían en vivo el discurso de Ann Romney, esposa del su seguro candidato.
Ann Romney es considerada como una figura atractiva para las mujeres, especialmente con tendencias conservadoras, y suavizaría la dureza de la plataforma anti-aborto planteada por la campaña republicana.
Por su parte, los demócratas harán contrapunto con la primera dama, Michelle Obama, que ha probado a su vez tener popularidad entre sectores femeniles.
Cada paso de la convención está pensado para dar realce a los oradores, su mensaje, y la imposibilidad de dirigirse a un público en casa.
Las sesiones como tal ocurren por la tarde, y los principales discursos ocurrirán, en este caso, después de las ocho de la noche, tiempo del este de EU. La razón es simple: las tres horas de diferencia entre el este y el oeste de Estados Unidos.
Este año, las dos convenciones serán en estados ribereños del Atlántico (Florida y Carolina del Norte). Cuando sean las 20 horas en la costa atlántica serán las 17 horas en la costa del Pacífico.
Muchos de los oradores demócratas serán activistas comunitarios y mujeres, en un esfuerzo por reflejar la variedad de lo que los politólogos llaman aquí “la coalición Obama”.
El contraste será deliberado. Si los republicanos enfrentan ahora un miniescándalo por sus posiciones contra el aborto, y subrayarán la presencia conservadora, los demócratas harán hincapié en su apertura y pluralismo.
Sandra Fluke, que se hizo famosa porque Rush Limbaugh, un locutor de radio conservador la insultó por testificar en favor de prevención anticonceptiva, será por ejemplo uno de esos contrapuntos, pero no el único.
Lilly Ledbetter se hizo famosa como activista por igual paga para mujeres luego de que su propia demanda fuera rechazada por la conservadora Suprema Corte de Justicia de la nación. Será la segunda vez que se dirija a una convención nacional demócrata.
Y cualesquiera sea su causa favorita, será difícil ignorar a la actriz mexico-estadunidense Eva Longoria, copresidenta de la campaña por la reelección de Obama.
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