Los violentos acontecimientos ocurridos durante horas los pasados 15 y 16 de febrero en el municipio de Caborca, y toda la región del desierto de Altar, son una muestra de que existen regiones en la entidad en las que el crimen organizado ha superado a las autoridades.
El alcalde de Caborca reconoció en medios de comunicación que los hechos de violencia “rebasaron el nivel de respuesta de las corporaciones policiales”, esto debido a que no tuvieron la capacidad de prevenir ni de responder en el momento a las acciones del crimen organizado. Esta declaración deja al descubierto la ausencia de estrategia, coordinación y protocolos de respuesta. Al parecer, únicamente hay respuesta ¨selectiva¨ a acontecimientos de alto impacto con despliegues de la Guardia Nacional. Los hechos evidencian que las instituciones responsables de la seguridad y justicia en Sonora, actúan ante la violencia de manera tardía; solo como reacción a la iniciativa del crimen organizado y no bajo una estrategia cuya operación cotidiana refleje el trabajo de inteligencia que permita llevar a cabo tareas efectivas para la recuperación de la paz.