Hace seis años, Manal al-Sharif estaba de camino a su casa después del médico y no podía encontrar un taxi. Los hombres que pasaban en los autos se burlaban de ella, la seguían y la acosaban. Ese día sintió bronca y humillación: «¿por qué no puedo conducir, cuando tengo un auto y una licencia?», se preguntó.
Pero ella no se estancó en el enojo. A partir de entonces, se comprometió a cambiar su realidad y la del resto de las mujeres de Arabia Saudita.
¿Cuál es la situación de las saudíes?
Las mujeres están bajo la tutela legal de un hombre y son tratadas como menores de edad. No pueden ni recibir tratamiento médico sin el consentimiento de su padre, marido u otro hombre de la familia.
Si una mujer camina por la calle se tiene que cubrir y no se la puede llamar por su nombre.
La presión social genera que las mujeres se mantengan en silencio para no perder sus trabajos o hasta la custodia de sus hijos.
El silencio permanente solo genera que la situación permanezca inalterable y que las mujeres no puedan ejercer sus derechos con libertad.
Un proyecto para tomar el volante: Women2Drive
En 2009, cuando trabajaba en Estados Unidos, al-Sharif obtuvo su primera licencia de conducir con 30 años, pero al volver a casa no pudo conducir en su propio país.
Si bien no hay una ley oficial, es una norma social muy establecida. Para ir a trabajar y volver a casa, las mujeres necesitan de un hombre para conducir; eso sumado a que no hay un buen transporte público y los servicios de taxis son malos. Ni las veredas son seguras para que las mujeres puedan caminar por su cuenta.
Pero al-Sharif no se quedó con los brazos cruzados. En 2011, se filmó mientras conducía, publicó el video en YouTube e invitó a las mujeres a participar de la campaña Women2Drive.
Si bien logró acumular más de 700 000 visitas en un día y que alrededor de cien mujeres se animaran a conducir por las calles en el marco de esta campaña, tuvo que pasar una semana en una prisión plagada de cucarachas por el delito de «conducir siendo mujer».
La popularidad de al-Sharif con su video generó molestias al punto de que su familia se vio obligada a abandonar el país. Solo por darle las llaves de su auto, su hermano fue llevado a prisión y acosado hasta que tuvo que abandonar el país con su esposa y su hijo pequeño.
El fin último: la igualdad de derechos
Gracias a su compromiso, su campaña y su trabajo para cambiar la realidad de las mujeres sauditas, la revista Time Magazine, la nombró una de las 100 personas más influyentes del mundo.
Pero el derecho a conducir no es el objetivo último de al-Sharif; es un medio para poner fin a la tutela en Arabia Saudita y reconocer a las mujeres como ciudadanas en pleno derecho.
Eso sí, para al-Sharif el cambio real empieza por dentro: las propias mujeres deben tomar conciencia y desde ella hacer valer sus derechos.


