En las últimas 168 horas sucedieron algunos de los acontecimientos más dramáticos del sexenio. La trágica pérdida del tercer secretario de Gobernación de Calderón; el segundo que perece en un accidente aéreo. La enfermedad del secretario de Educación.
La derrota electoral de una hermana que, a pesar de su excelente campaña, no pudo ganarle al odiado PRI la gubernatura del estado natal. La designación unificada de la izquierda de su némesis político como candidato presidencial para 2012.
Y la incompetencia para instalar a un político de altura en la Secretaría de Gobernación, para enfrentar el crucial último año del sexenio.
I. UN ACCIDENTE CUESTIONADO
Aun cuando los peritajes reiteren una y otra vez que fue un accidente, la caída del helicóptero en el que viajaban José Francisco Blake Mora y siete acompañantes, se recordará siempre entre la duda y la sospecha.
Y es que no es defendible, estadísticamente hablando, que en sólo cuatro años, dos secretarios de Gobernación, hombres muy cercanos a Felipe Calderón, hayan perdido la vida de manera tan trágica.
Más aún, cuando a ambos les antecedió la caída de otro helicóptero, el de Ramón Martín Huerta, el secretario de Seguridad Pública de Vicente Fox.
¿Por qué se desploman las aeronaves oficiales de los responsables de combatir al crimen organizado, y no tienen la misma siniestralidad los secretarios de otras dependencias?
II. EL CÁNCER DE LUJAMBIO
Alonso Lujambio es uno de los colaboradores más valiosos de Felipe Calderón. Tanto, que fue considerado muy seriamente para contender por la candidatura panista a la Presidencia en 2012.
Cercano a los afectos de la primera dama Margarita Zavala y de su familia, el mieloma múltiple que se le detectó no es otra cosa que un cáncer de médula que tomó por sorpresa al gabinete. Sobre todo cuando el diagnóstico viene en los días posteriores a la trágica muerte de José Francisco Blake Mora.
Y aunque se advierte que fue detectado en fase temprana y que la prognosis es muy positiva –y así lo esperamos–, los síntomas de cansancio, palidez, taquicardia, sofocación y daños severos por insuficiencia renal, limitan la actividad del más recio de los hombres.
III. UNA ‘COCOA’ AMARGA
Nadie le escatima a Luisa María Calderón, alias “La Cocoa”, la excelente campaña que hizo por el PAN en pos de la gubernatura de su natal Michoacán.
Pero los esfuerzos no fueron suficientes. Acabó por sucumbir frente a la estrategia más estructurada de un PRI, que se organizó mejor bajo el mando de Humberto Moreira.
Para Felipe Calderón, la derrota de su hermana es un duro golpe. Primero porque el apellido presidencial no bastó para arrastrar más que los priístas. Y segundo; porque Michoacán fue el estado emblema en el que se inició la cruzada contra el narcotráfico.
El referendo del domingo, sólo vino a confirmar el precepto de que nadie es profeta en su tierra. Aun cuando tenga a su servicio el aparato del Estado.
IV. AMLO, UNIDO Y EN PAZ
Para Felipe Calderón, la mejor apuesta era una división de la izquierda frente al factor beligerante llamado Andrés Manuel López Obrador.
Mejor aún, que las encuestas favorecieran a Marcelo Ebrard, con quien el inquilino de Los Pinos tiene una relación especial y al que no le regatearía la entrega de la banda presidencial en diciembre de 2012. Pero ni la izquierda se dividió, ni Marcelo Ebrard salió airoso en las encuestas.
Y lo que es peor, el debut de Andrés Manuel López Obrador como candidato de la unidad, recibió hasta el espaldarazo de pantalla de una Televisa que se reconcilió en horario prime time, con quien mantuvo por casi cinco años fuera de su sintonía mediática.
Hoy se vuelve a ver al tabasqueño muy cerca de Los Pinos. Y eso pone muy nervioso al Presidente.
V. GARCÍA LUNA A GOBERNACIÓN
Otro del ITAM, otro de Harvard. Aunque oficialmente la imagen muestra a Alejandro Poiré como el nuevo secretario de Gobernación, lo cierto es que, detrás del hasta el jueves director del Cisen, está la influencia de Genaro García Luna.
El secretario de Seguridad Pública ejerce un poderoso influjo en la dupla Alejandro Poiré-Alejandra de la Sota, y eso incomoda a los altos mandos de la Defensa Nacional.
A eso se suma la inexperiencia política –que no falta de capacidad– del nuevo inquilino de Bucareli, que podría hacerse más que evidente en el sensible último año del gobierno calderonista. Por eso hay razones de sobra para preocuparse. Porque toda su carrera se tejió en lo que va del sexenio.
Calderón Hinojosa: Una familia sin suerte
