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El mexicano que construye casas con botellas de plástico

Una casa hecha de manera convencional que vale un millón
de pesos; puede costar, si es construida con madera plástica, hasta 30 por
ciento más económica

 

Aunque, si la casa se equipa para captar energía solar, a
fin de reducir el consumo de gas y energía eléctrica, el precio podría bajar 10
por ciento adicional; y si hay algún convenio con alguna institución educativa
o universidad para la recolección de plástico, el costo podría decrecer hasta
50 por ciento.

 

A partir de plástico reciclado, creadores mexicanos
diseñaron un material para construir casas amigables con el ambiente, además,
son 30 por ciento más económicas y resistentes a sismos.

 

Ramón Martín Espinosa Solís, ingeniero mecánico eléctrico
egresado de la Universidad de Guadalajara (UdG), desarrolló ese material con el
que construyó una casa que no requiere de mantenimiento, aire acondicionado o
calefacción, para ofrecer una buena calidad de vida a sus habitantes.

 

El tiempo de construcción de una casa de 50 metros
cuadrados puede durar entre tres y cuatro semanas, mientras una hecha con
materiales convencionales se construiría en un tiempo de tres a cuatro meses.

 

Las placas de plástico que se emplean para la
construcción de casas están hechas a base de plásticos como botes de champú,
botellas de leche o sillas rotas. Se estima que pueden durar hasta 100 años,
comparado con la vida de una casa convencional que es de 50 a 70 años.

 

Además, de acuerdo con el desarrollador, es más
resistente a movimientos sísmicos, debido a que es flexible.

 

Cómo
se hacen las placas

 

El plástico se clasifica según sus características y
tipo: polietileno de alta y baja densidad, además de polipropilenos. Se muele
para obtener hojuelas y se hacen diferentes mezclas de acuerdo con la rigidez o
flexibilidad que se quiera lograr, así como las aplicaciones que se quieran
para las placas.

 

La mezcla se hace por medios mecánicos, sin usar agua.
Luego, el material se coloca en charolas de acero al carbón y se hornea a 220
grados centígrados. Para una placa promedio de 10 milímetros de ancho, dura una
hora, y se incrementa el tiempo hasta durar un promedio de dos horas, en el
caso de una placa de 38 milímetros.

 

El material reacciona y se plastifica como si fuera
plastilina, sin cambiar su estado sólido. Después, es sometida a un proceso de
enfriamiento y, al mismo tiempo, es presionada para darle una consistencia
sólida, rígida y resistente a cualquier impacto.

 

Para una casa convencional son utilizadas placas de 1.20
metros de ancho por 2.40 de alto, con grosores de 10 a 13 milímetros, que son
aprovechadas para los muros. El material, al abarcar menos espacio que otros
convencionales, es ideal para un mayor aprovechamiento de espacios reducidos.

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