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Multitudes, pero poco derrame económico en visita papal

El Papa Benedicto XVI, que prosigue hoy en Cuba su segunda visita a América Latina, convocó a grandes multitudes en México, pero esa asistencia no se tradujo para los comerciantes de Guanajuato en beneficios económicos, según publica el sitio web ansa.it.

Se estima que casi dos millones y medio de fieles acompañaron al pontífice en su estancia de 4 días por el estado central de Guanajuato.

Al menos un millón de personas estuvieron a la vera del camino el segundo día en que el Pontífice se dirigió desde la ciudad de León a la de Guanajuato, la capital del estado homónimo, para un trayecto de 56 kilómetros, según cálculos oficiales.

Un día antes, unas 700 mil lo aclamaron con júbilo en las vallas desde el aeropuerto del Bajío, a su llegada a México, y ayer, en su principal acto de masas, en el Parque Bicentenario de Silao, casi 650 mil fieles fueron a escuchar el «Angelus Domini» al pie del santuario a Cristo Rey, en la cima del Cerro del Cubilete.

En contraste, hoteles y restaurantes tanto en Guanajuato como en León lucieron semidesiertos, mientras los vendedores de recuerdos, camisetas y gorras se quedaron con mucha mercancía e incluso comenzaron a venderla con descuento desde ayer.

Las autoridades esperaban que la visita papal detonara el turismo religioso en el país, un segmento todavía incipiente en México, a pesar de que varios de sus principales santuarios convocan a millones de personas cada año.

Los cálculos más optimistas del gobierno local de Guanajuato apuntaban que podrían llegar entre 700 mil y 2 millones de personas al estado mexicano visitado por el obispo de Roma e incluso estimaban que los beneficios estarían por encima de los 800 millones de pesos (unos 63 millones de dólares).

El secretario de Turismo de Guanajuato, Sergio Rodríguez, había anticipado que sería difícil cubrir la demanda de los visitantes con la infraestructura hotelera de Guanajuato y que las 14 mil 500 habitaciones disponibles serían «insuficientes» para atender la avalancha de turistas.

Desde enero pasado, los precios del alojamiento aumentaron el doble y hasta el triple en todas las categorías.

Pero la realidad fue otra. Un conocido hotel de cinco estrellas de Guanajuato, sede principal del Festival Internacional Cervantino, que se celebra cada año, exhibía habitaciones vacías mientras los empleados de la recepción y el único restaurante se veían nerviosos sin público que atender.

«Esperábamos mucha gente, pero la mayoría de las reservaciones fueron canceladas. Algunas habitaciones fueron bloqueadas por personal de seguridad, que sólo vino uno o dos días y luego ya no regresó», dijo a ANSA Juana, una empleada de un lujoso albergue de Guanajuato.

En León, dueños de restaurantes contrataron empleados temporales para enfrentar la demanda pero tuvieron que despedirlos tras el primer día de la visita papal.

«Los restauranteros leoneses no han recibido los beneficios del turismo que esperaban con esta visita», escribió un diario local.

María Fernanda, una moza de un conocido comedor de León, dijo que su patrón les prometió «un bono extra» por las ganancias esperadas pero al final las cosas no salieron bien.

«No sé que vamos a hacer con todo», señaló Marcela, una vendedora de frituras junto a una gran cantidad de mercancía a su lado. El taxista José de Jesús, uno de los 5 mil que operan en la ciudad de León, dijo que «para mí no ha habido beneficios sino más bien pérdidas» pues «la gente no llegó ni salió».

Sobre las causas del fracaso económico, algunos comerciantes aventuraron explicaciones diversas, entre ellas que «Benedicto no tiene el carisma de Juan Pablo». «Tan es así que con el otro Papa todo se vendía y con éste ya tuvimos pérdidas», dijo Martín, un comerciante de Guanajuato.

Pero otros atribuyen este fracaso a razones más racionales, como la imponente seguridad.

«El gobierno local tienen la culpa porque cerró la carretera entre León y Guanajuato y la gente no pudo viajar de un lugar a otro. Todos los que asistieron a ver al Papa eran lugareños, no gente de fuera», señaló a ANSA Patricia, una mesera (moza) de un restaurante al aire libre en la plaza San Fernando de Guanajuato.

«No entendemos bien qué pasó. Lo cierto es que la gente al final decidió no gastar o los rumores de tumultos espantaron a todos», dijo Martín, un comerciante de León.

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