A los pies del cerro del Cubilete, en cuya cima se encuentra la estatua de Cristo Rey, el papa Benedicto XVI exhortó a los fieles a que desistan de una “tentación superficial y rutinaria, a veces fragmentaria e incoherente”.
“Y pidámosle también que siga acompañando y amparando a sus queridos hijos mexicanos y latinoamericanos, para que Cristo reine en sus vidas y les ayude a promover audazmente la paz, la concordia, la justicia y la solidaridad”.
En tierra cristera, el pontífice recordó los hechos vividos por el pueblo de Israel que afrontó proezas y batallas. Y puso su esperanza en Dios “de mostrar un corazón nuevo, no insensible y engreído”
Esto, recordó, que cuando se trata de la vida personal y comunitaria, en su dimensión más profunda “no bastarán las estrategias humanas para salvarnos”.
En un discurso, el Papa recordó que Juan Pablo II deseaba visitar el cerro del Cubilete y el monumento a Cristo Rey, pero nunca pudo hacerlo.
“Seguramente se alegrará hoy desde el cielo de que el Señor me haya concedido la gracia de poder estar ahora con ustedes, como también habrá bendecido a tantos millones de mexicanos que han querido venerar sus reliquias recientemente en todos los rincones del país”, dijo.
El Papa llegó al altar luego de sobrevolar el Cerro del Cubilete, en cuya cima se encuentra el Santuario de Cristo Rey.
En medio de aplausos y a bordo del papamóvil, el obispo de Roma recorrió el Parque Bicentenario.
A Benedicto XVI le fue entregado un sombrero de charro mexicano, el cual el pontífice no dudó en colocarse.
En la misa cantó una orquesta formada por 60 músicos y un coro compuesto por 200 personas.
El pontífice fue recibido por el arzobispo de León, José Martín Rábago, quien le dio la bienvenida, y dijo que viene como mensajero de buenas nuevas, a reanimar a los mexicanos y a invitarlos a una nueva evangelización.
Martín Rábago recordó las palabras que dijo el papa el 12 de diciembre pasado en el Vaticano cuando anunció el viaje: «Voy para proclamar la Palabra de Cristo, afianzar la convicción de que este es un tiempo precioso para evangelizar con una fe recia, una esperanza viva y una caridad ardiente».
El prelado resaltó los males que vive México, entre ellos la violencia y muerte, «que han generado -dijo- la penosa sensación de temor, impotencia y duelo».
El arzobispo le pidió un mensaje de esperanza.
Durante la celebración religiosa, el Papa regaló un mosaico de Cristo Rey para que sea colocado en el interior del Santuario del Cubilete.