En el mundo existen alrededor de cinco mil «vírgenes
consagradas», mujeres que deciden vivir en castidad perpetua aún cuando la
virginidad física, para el Vaticano, ya no es un requisito previo.
«Las vírgenes son consagradas a Dios según el rito
litúrgico aprobado, celebran desposorios místicos con Jesucristo, y se entregan
al servicio de la Iglesia, pero haber guardado el cuerpo en perfecta
continencia, aunque es de gran importancia, no constituye requisito
determinante en ausencia del cual sea imposible admitir a la
consagración», se lee en el numeral 923 de las instrucciones Ecclesiae
Sponsae Imago, difundidas por la Santa Sede.
La decisión, tomada ya hace un tiempo, acaba de generar
decepción en La Asociación Estadounidense de Vírgenes Consagradas, pues
argumenta que cada vez hay más mujeres que quieren ser declaradas vírgenes por
la Iglesia.
Sin embargo, João Braz De Aviz, prefecto de la
Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, explicó que lo que se
busca es descubrir la belleza de esta vocación y contribuir a transformar la
vida de tantas mujeres.
