Diamilette, primera mujer en jugar en la Liga Superior Doble A de Puerto Rico

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Fue en la parte alta de la quinta entrada. Diamy, con el
número 53 en el dorso, se dirigió a la primera base para ocupar el lugar del
veterano Toño Candelario. Los Montañeses de Utuado hacían historia al permitir
a una mujer uniformarse y pisar el diamante en una liga semiprofesional para varones
con 80 años de vida. Aquella tarde, los Montañeses vencieron a los Patrulleros
de San Sebastián 6-5 en el primer juego y cayeron 3-2 en el segundo. Lo que
quedó grabado fue el ingreso de Diamilette Quiles en un juego para hombres, en
un estadio que ella visitaba desde niña.

 

 De los 30 mil
habitantes del municipio de Utuado, mil asistieron aquel domingo para ver jugar
a la hija de don Duamel. Ella tomó el bate en la sexta entrada y el pitcher
veterano Roberto Familia la retiró con un elevado de foul. En su segundo turno
llegaría a la primera almohadilla y se robaría la segunda.

 

Ahora, Diamilette, tremenda cañonera con promedio de .611
con las Lobas de Arecibo, espera que la oportunidad no quede en anécdota.
Argumenta que las mujeres pueden competir al lado de los varones. Ella aceptó
el reto.

Diamilette Quiles cambió el bat de aluminio por el de
madera, además de que aprendió que los hombres lanzan más rápido la pelota.
Foto: Yasmín Porrata y Héctor Rosa.

 

 

¿Cómo es que se fija en el beisbol?

 

Acompañaba a mi papá Duamel Quiles al parque para mirarlo
jugar softbol en los carnavales, luego me llevaba al estadio Ramón Cabañas para
ver los juegos del equipo local de beisbol y por las noches terminábamos viendo
los partidos de las Grandes Ligas por televisión. Él siempre apoyaba a las
novenas donde juegan peloteros puertorriqueños. ¿Yo?, lo hacía enojar, porque
siempre aposté por los Yanquis de Nueva York.

 

Teniendo a estrellas como el mítico Roberto Clemente,
Sandy Alomar y su hijo Roberto; y ahora jugadores como Yadir Molina, usted
prefería a los Yanquis.

 

Crecí mirando a Derek Jeter en la TV, discutiendo jugadas
con mi papá e imaginándome en el diamante. También me gustaba Mark Teixeira, un
primera base como yo.

 

¿Siempre fue el beisbol?

 

De chica jugada con otras niñas, hacíamos voleybol y
básquet. Pero hace 10 años surgió el beisbol femenino en Puerto Rico y me
integré con las Lobas de Arecibo. Hemos sido campeonas los últimos seis
torneos.

 

Sus números son impresionantes. Usted tiene .611 de
promedio de bateo.

 

Tengo dos hermanos y con el menor aprendí a lanzar la
bola y pegarle con el bat. Fue algo natural y poco a poco logré esos números.
Ahora, además de primera base, soy entre cuarto y quinto bat.

 

Los suficientes para llamar la atención de los buscadores
de talentos y convertirse en la primera mujer en jugar en un equipo de hombres
en la Liga Superior Doble A de Puerto Rico. ¿Un sueño que se cumple?

 

Nunca imaginé jugar beisbol con los Montañeses de Utuado
en un parque (Ramón Cabañas) al que iba con mi papá de la mano. Ahora se
convirtió en un reto y espero repetir en la próxima temporada.

 

¿Le quedó chico el equipo de las Lobas?

 

No, no, no. Yo sigo siendo loba. Jugar con los Montañeses
es una enseñanza y aprovecharé el aprendizaje con los muchachos para el
crecimiento de las Lobas.

 

¿Cómo se dio que se fuera con los Montañeses?

 

Yo ocupo mi tiempo libre para cuidar a mi abuelita, pero
un directivo de los Montañeses me buscó por todo el pueblo. Me encontró y me
pidió que firmara con la novena de Utuado. ¡Guau!, le dije que tenía que
pensarlo. Yo venía de una lesión y necesitaba recuperarme. Luego de pensarlo
varias veces, le dije que sí. No me la podía creer, porque el beisbol de
varones es superior al de las mujeres. Lo tomé como un reto.

 

 

Su abuela Adelaida Cruz tiene 91 años y los últimos 33 ha
estado al pendiente de usted. ¿Qué le dice ahora que juega con varones?

 

Siempre me repite que debo tener cuidado, porque soy una
nena y teme que los hombres me den un mal golpe. Siempre preocupada cuando
llego a casa con la rodilla raspada o con marcas de algún pelotazo. Ella nunca
había ido a un parque de beisbol y la primera vez que lo hizo fue en mi debut.

 

¿Vive cerca del estadio Ramón Cabañas?

 

A dos minutos y desde niña lo he visitado con mi papá.
Ahora me toca estar dentro del diamante y escuchar los gritos de los
aficionados.

 

Su debut fue hace más de un mes. ¿Qué diferencias ha
notado entre jugar con mujeres y ahora con hombres?

 

La diferencia no es tanta, es la misma distancia. Quizá
el palo, porque las mujeres lo utilizamos de aluminio y los varones de madera.
Claro que los lanzamientos de ellos tienen más velocidad.

 

¿Le han gritado cosas malas?

 

Para nada. Tanto los jugadores como los aficionados me
han tratado con mucho respeto. Ellos saben que juntos estamos haciendo historia
en Puerto Rico.

 

¿Usted entra a los vestidores?

 

Espero que ellos se terminen de cambiar y entro para
arreglarme.

 

¿Viajan en autobús?

 

Cada uno en su carro. Yo me voy en el carro con la
familia.

 

¿Su salario es de novato?

 

Exacto, no es mucho porque estoy empezando. Son unos 70
dólares americanos por partido. Jugamos normalmente jueves y sábado. Yo trabajo
aparte para una compañía y los tiempos libres los dedico para entrenar o cuidar
a mi abuelita.

 

¿El huracán María afectó el estadio?

 

Afectó muchísimo en Puerto Rico. Hoy en día muchos
parques de beisbol siguen sin luz y con zonas dañadas. El Parque Ramón Cabañas
mantiene el alumbrado, aunque tiene daños secundarios. Muchos partidos se han
hecho los domingos muy temprano para que la falta de luz no afecte a los
equipos.

 

¿Cómo va la novena y 
cuáles son sus números?

 

Hace una semana fuimos eliminados y yo sólo tuve cuatro turnos.
No di ningún hit, pero seguiré trabajando si me dan la oportunidad para el año
que viene. Yo me mantengo en mi liga con las Lobas y con el equipo nacional.

 

¿Y en el cuadro?

 

En la primera base no tengo quejas, me encanta. Me gustan
los retos.

 

¿Qué sigue para usted?

 

Al parecer viene un premundial en México, en agosto, y
espero estar ahí con la novena femenil de Puerto Rico.