#LaColumna: ¿Y los precandidatos que nos quieren gobernar?

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Por
Rodrigo Sotelo / Twitter: @masmedio

Viendo la sensibilísima
aportación que últimamente nos regala el siempre insustancial de Ricardo Bours,
vía Facebook Live, “como un ejercicio para interactuar un rato”,
nos surge la duda sobre lo que están haciendo los demás precandidatos.

¿Dónde están Ernesto Gándara, Toño Astiazarán o María Dolores del Río en momentos de
incertidumbre colectiva a causa de la crisis por coronavirus?

¿Cómo contribuyen estos personajes con aspiraciones,
desde sus posibilidades, a la concientización de los sonorenses incrédulos y
alejados de sus gobiernos? ¿Cuál es la reflexión? ¿Las repercusiones que
perciben y las alternativas de remediación o mitigación?

¿Qué mensaje transmiten a sus eventuales electores, que
en unos meses habrán de visitar recordando esta etapa para, irremediablemente,
lucrar con los desaciertos y omisiones de otros?  

Ni a Gándara, ni al Toño
ni a María Dolores los imaginamos “innovando
–dijo Bours cuando le señalaron la imprudencia de lo que hacía- desde sus cocinas
y hablando de nada con sus cuates,
mientras preparan una exquisita crema de garbanzo.

Pero, ¿dónde están? ¿Por qué se esconden  cómodamente en lugar de salir y arriesgar lo
suficiente para mostrar liderazgo y utilidad? ¡Esa sería la estrategia de
promoción más efectiva!

Alfonso Durazo tiene suficientes motivos para excluirse y
mantenerse ocupado en lo que le corresponde; María Dolores del Río sabemos que
hace un tímido esfuerzo desde el Congreso del Estado.

Pero de Ernesto Gándara y Antonio Astiazarán, sin duda
los más aventajados, no se sabe absolutamente nada.

El priista no tiene aparición pública o en redes, desde
inicio de este mes; el panista se estancó en la crítica que hiciera al Estado
por organizar una función de box, apreciación que quedara rebasada por la correcta
reacción del gobierno en los días siguientes.

Gándara y Astiazarán confunden sana distancia física y
social, con inactividad y aislamiento político.

Y es a ellos, con más alcances y posibilidades de competir,
a quienes pegará más esta pandemia si no reaccionan y se comprometen
activamente como protagonistas que aporten certidumbre, tranquilidad y
alternativas.

Esta crisis es una oportunidad: es esa eventualidad añorada
para demostrar preparación, visión y generosidad.   

Eso es lo que se espera de quienes ostentan poder y gozan
de influencia, no solo de los tres niveles de gobierno.

En unos meses haremos cuentas, cuando se podrá demostrar a
cuántos descarriló la pandemia.  

El chairodismo de los acomplejados

Por cierto, esta inesperada emergencia sanitaria también
está sirviendo a los emisarios de retrete
para confirmar miserias políticas y descargar frustraciones clasistas.

La recién instalada era de la mediocridad que patrocina una
fracción de Morena, ha habilitado y reivindicado a resentidos que encontraron
en la insuficiencia de los nuevos poderosos el más lucrativo método de
subsistencia.

Son chairodistas
trastornados que emergieron a partir
de la improvisación de la 4T.   

Acomplejados sin escrúpulos que, como el comentarista Aarón
Tapia, sirven de mandaderos y que en excesos –incluso legales- injustificables invaden
la privacidad de menores que “comenten la
injusticia
” de festejar cumpleaños en familia.

A esos niveles de rencor, nunca periodismo o libertad de
expresión, llegó este tipo que ayer tomó de Instagram
unas fotos de la hija pequeña de la gobernadora Pavlovich que festejaba en casa
sus primeros 15 años.

Así pasan la
cuarentena la familia de la Gobernadora
–y pone imágenes del patio de la
casa privada de CPA en la colonia Pitic-
lo que es injusto es pedirle a casi 40% de los sonorenses (más de 1 millón 200
mil) en situación de pobreza que se queden en su casa…

Tengo tres hijas y entiendo que no puede haber
sentimiento de mayor enojo, que el ver expuesto y vulnerable lo más sagrado que
ha logrado formar un matrimonio.

Quizás este Aarón viva en una casa de adobe con techo de
hule negro, quizá apenas ayer se enteró que la gobernadora y su esposo son
adinerados desde siempre, quizá a él sí le gustaría que le trastoquen la
intimidad de su hogar.

Quizá en su pequeñez suponga que lo correcto sea que la
mandataria se mude con su familia a la Soli
a  pasar el confinamiento o que, en todo
caso, pues que a los pobres no les pida quedarse en casa, porque está muy
jodida.

Tener dinero o aspirar a vivir bien no puede ser malo, ni
sinónimo de corrupción o insensibilidad.

Lo que no es de hombres es meterse con mujeres adolescentes
para golpear a una mujer gobernadora, del partido y en la situación que sea.

Y no hay que tener hijas para que hasta un carroñero alcance
a entenderlo.

Gracias y hasta la próxima con el favor   de Dios.

Rodrigo
Sotelo Mendívil

Director
General Masmedio

Correo:
rodrigosotelo@masmedio.com                                                                                                                                 

Twitter:
@masmedio