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El perro que come cereal con cuchara

Una perturbadora creepypasta que cuenta la historia de un perro que come cereal con una cuchara se viralizó en redes sociales, pues surgieron muchas preguntas.

Todo comenzó cuando un usuario de Facebook compartió lo que vivió un día junto a su familia luego de un partido del Cruz Azul.

De acuerdo con Samuel, como se identifica el joven, el macabro suceso ocurrió hace tres años. Su tío, sus dos primos, su papá y él fueron al estado a ver perder a La Máquina y, cuando, regresaron, los primos bajaron corriendo del carro al baño. Fue entonces que se escucharon unos gritos desde adentro de la casa.

«Nos metimos a la sala y mi primo estaba todo despeinado con la cara roja haciendo ademanes muy grotescos y gritando como la doña de la película El Conjuro. Mi primito estaba llorando escondido abajo de la mesa de centro. Al chile creíamos que se estaba convulsionando mi primo el más grande, entonces le metimos un trapo en el hocico. Mi tío estaba desesperado ya casi casi quería chillar. Trataba de hablarle a mi primo, pero como que no nos podía escuchar o al menos no nos hacía caso. Luego lo amarramos con mecates a una silla y allí gritando y contorsionándose. Después de un rato se calló y se puso a llorar en silencio”, narró el aficionado del Cruz Azul.



Como su primo mayor no se tranquilizaba, le preguntaron a su hermano qué fue lo que pasó. El primito contestó que, cuando entraron a la casa, vieron al perro comiendo cereal con una cuchara. Al escuchar esto, el primo mayor se puso loco de nuevo y tuvieron que llamar a una ambulancia. Según Samuel, tuvieron que mandarlo a un psiquiátrico porque “se le zafó un tornillo para siempre”.

La familia pensó que el primo menor no se había expresado bien. Luego del suceso, los aficionados al Cruz Azul interrogaron al niño y no creían lo que escuchaban. Hasta que él dibujó lo que su hermano y él vieron cuando llegaron a la casa. Después del día del partido, el perro desapareció.

«Y pues allí quedó. Desde entonces, [a] mi primo lo tienen que llevar a terapia cada semana y el perro nunca apareció”, termina Samuel su relato.





Con información de Grupo Fórmula

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