Por
Rodrigo Sotelo / Twitter: @masmedio
Insisten las voces más desacreditadas del panismo
sonorense, en llevar a este partido a un falso dilema que concluye en la
conveniencia de mejor perder solos
que conformar una alianza con el priismo y recuperar algo de lo ya perdido.
Aliarse con el PRI y adoptar al candidato Ernesto
Gándara, casi igual de anti priista que los propios panistas, sería una
estrategia tan usual como válida y que les significaría tanto como ganar perdiendo.
En redes sociales, hay un grupo de panistas-padrecistas
obstinados en forzar un repudio más bien emocional a la posibilidad de la
coalición para enfrentar a Morena.
“Ganar el gobierno sin perder el partido”,
repiten en redes acudiendo a los postulados retóricos de Acción Nacional.
Lo que se debe establecer claramente para no contribuir
al enturbiamiento, porque estos resucitados temerarios nunca lo harán, es que
con Guillermo Padrés el PAN ganó el gobierno del Estado y los panistas perdieron
el partido.
Padrés y la mayoría de sus funcionarios, no solo le
robaron la identidad al PAN, acabaron con su prestigio y le arrebataron la
posibilidad de mantenerse en el poder.
Practican la impudicia y se escudan en la amnesia: con
Padrés no ganó el PAN, este clan se adueñó de la institución colocando
personajes afines, leales y con vocación para la voracidad.
Con el primer gobierno del PAN en la historia de Sonora,
solo ganaron los padrecistas; fue una derrota para el panismo bienintencionado
y honesto que desde los primeros años de ese sexenio tuvo que cargar con la
lápida de la deshonestidad.
Los panistas perdieron
ganando, ahora pueden ganar perdiendo
si “sacrifica” a su candidato –que
no tiene- y negocia posiciones, candidaturas y se concentra en fortalecer y
terminar de limpiar el partido.
Lo de los padrecistas es un asunto personal o consigna
oportunista para favorecer a Alfonso Durazo. Es una revancha contra el PRI
Gobierno que por un tiempo los persiguió y exhibió.
Y resulta el colmo del cinismo que ahora llamen a impedir
la alianza reprochando a los apoyadores que los dejaron solos en esos momentos.
Los padrecistas anti alianza quisieran solidaridad del
panismo apelando a la indulgencia partidista, exigiendo la facultad de embarrar
en el desdoro a la militancia que ellos marginaron.
Los padrecistas anti alianza quisieran compartir el
envenenamiento que les produce las consecuencias de sus propios actos.
La discusión legítima e indispensable en el PAN, a partir
de que se asimiló el daño heredado y el escenario actual, tendría que responder
a la pragmática pregunta: ¿Perder solos, ganar con el PRI y la sociedad o que
llegue Morena a replicar el desastre nacional?
Es irracional, políticamente absurdo competir para volver
a perder como sugiere el minúsculo grupo que interpreta como una rendición
anticipada la alternativa de apoyar a Ernesto Gándara.
Los únicos que pierden entregando la gubernatura en
solitario o ganando con la alianza,
son precisamente los padrecistas lastimados en lo que les quedó de orgullo
después de haber sido gobierno.
Al interior y hacia afuera del PAN, se respetan y
agradecen las posturas discordantes que genuinamente argumentan la inviabilidad
de la alianza como un acto de fidelidad y autenticidad.
Es lo que enriquece el debate político y robustece la
democracia partidista.
Porque las alianzas no deben ser satanizadas, son una
opción recurrente y que en circunstancias como ésta son casi obligatorias.
Gracias y hasta la próxima con el favor de Dios.
Rodrigo
Sotelo Mendívil
Director
General Masmedio
Twitter:
@masmedio
Correo: rodrigosotelo@masmedio.com / rodrigosotelo69@hotmail.com
