Por Rodrigo Sotelo
Aleccionador, ejemplificativo y desnudante para el PRI y los priistas, así como repulsivo y desesperanzador para la sociedad en general, resulta confirmar lo que en un inicio insinuó la propia investigación de la Procuraduría estatal: que a Eduardo Castro Luque lo mató su suplente.
En este instituto –el PRI- nunca quisieron si quiera pensarlo, por mezquindad y avaricia política, pero ayer por la mañana quedaron inevitablemente expuestos al saberse que el joven priista Manuel Alberto Fernández pagó 40 mil pesos para que asesinaran al Diputado Electo.
Antes que nada, hay que darle un aplauso de pie a Carlos Navarro Sugich por la extraordinaria investigación que se siguió (se sigue) para esclarecer este homicidio, con la esperanza de que esta voluntad no se limite casos con sesgo político-partidista.
Fue nuestra primera reacción, y el mensaje del gobernador Guillermo Padrés Elías nos ayudó a remitirnos a los comentarios malintencionados, cargados de vileza que hicieran quienes incluso se decían amigos de Castro Luque.
Aquellos que sin importar el dolor de la familia, de inmediato lanzaron culpas y hasta insultos en contra del Estado y algunos de sus funcionarios. Fue un exceso significativo y que hoy los evidencia.
Como parece también una exageración, pensar que todos los priistas cajemenses son iguales o que están en manos de un Alcalde, “de esos que se matan entre sí…”
Es verdad que un priista cercano a ellos, y que seguramente comparte este tipo de actividades con otros militantes o simpatizantes del PRI, asesinó al Diputado propietario; pero no podemos generalizar porque sería irresponsable, y más en este momento.
También es ocioso e improductivo para lo realmente importante, leer en redes sociales a funcionarios de quinto nivel y fanáticos, del PAN y del PRI, respectivamente exigiendo disculpas e intentando justificar la imputación que hicieran en contra del Gobierno del Estado.
Nosotros en este espacio llamamos perverso a Ricardo Bours Castelo, porque fue el principal promotor de que se vinculara lo ocurrido con el tema del agua; lo hicimos porque él sí representa un liderazgo en Cajeme, algo para sopesarse y evitar reacciones de tipo emocional.
Aunque tampoco es tan simple como para después de que tiraron la piedra, escondan la mano y digan: “que paguen los que fueron… punto”, como leímos en el tuit del vocero cajemense por excelencia.
Claro que deben una explicación –no disculpa-, tanto los Bours (Rodrigo es todavía más tozudo) como los demás personajes del sur que intentaron enturbiar las investigaciones. Se la deben a la familia de Castro Luque, a su partido, sus seguidores y las autoridades estatales.
La actitud fue oportunista, cobarde y solo confundía a la gente cercana a Eduardo Castro Luque. Fue una falta de respeto al momento de duelo familiar.
Igual sería sano que el dirigente del PRI en Cajeme, Adrián Manjarrez Díaz, razone sobre la defensa a priori que hiciera del joven Manuel Alberto al asegurar que estaba “limpio”, ¿por qué?
En lo personal sentimos que el caso tiene un fondo aún más nebuloso y deleznable que el que conoceremos públicamente, por ello decidimos no atrevernos a especular pese a que las miradas apunten hacia una misma dirección.
Quedan muchas preguntas por contestar… ¿Cómo es posible que huyó el suplente, si hasta lo tuvieron en calidad de testigo?… Alguien fue el Gran Elector cajemense y lo puso como suplente de Castro Luque, ¿quién fue?
¿Quién se beneficiaba con la llegada del joven Manuel Alberto a la diputación local?
¿O acaso Eduardo Castro Luque solito un día despertó y decidió que Manuel Alberto Fernández lo acompañara para completar la fórmula que disputaría el distrito XVII?
La verdad es que conociendo como se operan este tipo de acuerdos políticos al interior de los partidos y la inexperiencia que en ésta tenía el suplente, dudamos mucho que fuera iniciativa del finado Diputado la elección de su compañero.
Va a sonar horrendo, pero prácticamente alguien sin pensarlo lo condujo a la muerte, y queremos pensar que sin tener consciencia de ello.
Aclaración: tampoco queremos insinuar que quien lo impulsara como suplente tenga responsabilidad, pero cuando menos sí una carga moral que lo acompañará toda su vida… si tiene escrúpulos.
Mientras tanto, al señor Ricardo Bours deberá pesarle haber respondido al calor de la emotividad del suceso, lo siguiente: “Cero vergüenza y calidad humana quien a falta de no tener habilidad política para negociar, recurre a las balas”.
Por eso decimos, tenía razón y sí lo mató un político, uno de su partido que ahora es buscado como autor intelectual: Manuel Alberto Fernández.
Faustino Félix, la otra cara
Y en justicia, tenemos que decir que nos sorprendió el comportamiento cauteloso que desde el inicio mantuvo el diputado federal por Cajeme y amigo de Castro Luque, Faustino Félix Chávez.
Faustino se mostró acertadamente prudente, respetuoso y hasta trasmitió su confianza a las instituciones estatales, al recalcar que él siempre apoyó que fueran las instituciones estatales las que llevaran la investigación.
En entrevista radiofónica, aceptó que “es un grave problema que tienen los partidos, principalmente el PRI, el que no se pueden revisar bien los antecedentes de las personas”.
Indirectamente hizo referencia al caso de Rafael Humberto Celaya Valenzuela, amigo de muchos priistas y financiador de campañas de candidatos que no sabían de sus vínculos con el crimen organizado…
Sensato mensaje de joven panista
Finalmente les dejamos un comentario que publicó el director del Instituto Sonorense de la Juventud, Julio Gutiérrez:
“Nosotros no cometeremos el mismo error que ellos cometieron, no se lucrará con este asunto, la justicia es el único interés del Nuevo Sonora…”
Ojalá la de Julio sea la postura panista que prevalezca, por congruencia y porque nos parece que por la madurez del mensaje reivindica en algo al segmento que manchó lo hecho por Manuel Alberto Fernández.
Gracias y hasta la próxima con el favor de Dios
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