Por
Rodrigo Sotelo
Equivocan flagrantemente los opositores sistemáticos, que
para el tema del agua han optado por confundir y culpar a Guillermo Padrés
Elías de la innegable división que ocasiona el debate público por la escasez en
Hermosillo y la solución concretada por el Gobierno del Estado.
Por desgracia, estamos cayendo en ese juego estéril del
reparto de culpas y de la propagación de suposiciones al margen de lo oficial.
En lo personal hemos cuestionado algunas políticas
públicas fallidas del actual gobierno, y fue el sentido al aportar en la
discusión por el pésimo manejo de la crisis que ocasionó el presupuesto o,
recientemente, por las negligencias que se pueden encontrar en el sector salud.
Hoy, nos vemos en la necesidad de puntualizar algunos
excesos por demás nocivos en los que están cayendo quienes se oponen
irracionalmente a que Hermosillo tenga agua, es decir, a la operación del acueducto
Independencia.
Los antipanistas dirán que la nuestra es una iniciativa
oficiosa o una petición de la Secretaría de Comunicación Social.
No es así, en esto también hay convicciones y dignidad,
sin dejar de coincidir con quienes aseguran que hasta ésta tiene precio.
La verdad es que esta columna encuentra como única
motivación un seguimiento periodístico al debate de mayor trascendencia para el
futuro de nuestro estado.
Hay dos partes en disputa. La gubernamental se mantiene
firme y en espera de la actuación de una autoridad superior; mientras que en la
oposición –mayormente priista- se acentúa la insensatez.
Así se percibió ayer con el enésimo desplegado en diarios
que le dedican al Gobernador Padrés.
Estos señores que lo firman en respuesta a los
empresarios hermosillenses, no tienen idea de lo que significa sobrevivir
durante años con tres o cuatro horas diarias de suministro.
La abundancia les ha nublado el entendimiento y les
exacerba la soberbia.
Dicen que a Hermosillo no le falta agua para consumo
humano. Tal vez han concluido una especie de gusto exótico que se dan algunos
capitalinos que pasan días sin que puedan ver salir una gota de agua potable en
sus llaves.
Y que la presa Abelardo
L. Rodríguez esté seca, seguro es culpa de Beltrones o una campaña mañosa que
forma parte del ‘Sonora paralelo’ de Javalor,
ordenada por el ‘intransigente’ de Roberto Romero y promovida por el ‘perverso’
de Jorge Morales y sus trolles…
Y si esta fábula resulta lo suficientemente inverosímil,
queda el recurso de decir que “los panistas se la robaron”.
Resulta poco serio, ofensivo y menospreciante lo que
afirman con tal candidez, con tanta impunidad.
Es el nivel que nos asignan agrotitanes como Juan Leyva Mendívil, Francisco Javier Ramos Bours,
Carlos Alberto Díaz Brown, Plutarco Pérez Aguirre Elías Calles, Baltasar Peral
y Aldalberto Rosas López, entre otros cohesionados con el mismo objetivo
acaparador.
Desde luego que a ellos no los divide el agua, al
contrario, los une en la ruindad, la rapacidad al apropiarse de un bien que
históricamente debió tener un uso más equitativo.
El agua no es de ellos, aunque en los usos y costumbres así haya sido durante
décadas.
A ellos, a identificables cajemenses que se oponen con fruición
al trasvase de la presa Plutarco Elías
Calles o El Novillo, los mueve un
afán excesivo de poseer cada vez más riquezas sin compartirlas, se
sobreentiende.
Son la representación en grado máximo de la codicia
caciquil que ha concentrado el poder económico en unos cuantos.
A todos nos puede ganar la tentación de aplicar criterios
moralistas y de justicia social para opinar y ofrecer un veredicto, pero aunque
en estos apartados vuelve aganar la lógica del consumo humano, no sería
objetivo ni apegado a la legalidad.
En este conflicto debe imperar la razón de la ley,
ninguna otra; sobre todo cuando vemos que en el sur gobierna la razón de las
emociones o el encaprichamiento.
Así que, independientemente del origen local -que no se
olvida- debe actuar el Gobierno Federal y la Suprema Corte de Justicia de la
Nación.
A los bloqueadores de Vícam hay que quitarlos, quieran o
no. Si el acueducto no cumple con el manifiesto de impacto ambiental o algún
otro permiso necesario y trascendente, igual el Gobierno Federal debe detener
la operación de esta obra.
Entonces, no es el Gobernador Padrés el provocador o
generador del conflicto, es la avaricia de quienes se adueñaron del agua para
usufructo personal y la inacción de la autoridad facultada.
Decir que “no es el
agua, es Padrés quien pretende dividirnos”, así con esa ligereza e
irresponsabilidad, es dar testimonio de la mezquindad con la que los antagonistas
han tratado este asunto de interés colectivo, no feudal como ellos quisieran.
Al Gobernador del Estado no se le puede acusar de
provocar polarización, cuando el fin de su decisión es socialmente justificado
y en beneficio de las mayorías. Y lo legal aún no se define.
No es Padres, insistimos, es la ambición y la pasividad federal
la que puede ocasionar una tragedia y dejar un legado de enemistad entre cajemenses
y hermosillenses.
Gracias y hasta la próxima con el favor de Dios.
Rodrigo
Sotelo Mendívil
Director
General Masmedio
Correo: rodrigosotelo69@hotmail.com
Twitter: @masmedio


