Por
Rodrigo Sotelo / Twitter: @masmedio
El secretario Adolfo
García Morales, el fiscal Rodolfo
Montes de Oca y el alcalde Manuel
Ignacio Acosta Gutiérrez, pueden tener en los suyos a los más elocuentes testimonios y efectivos propagadores de la concluida sensación
de incapacidad gubernamental.
La inseguridad pública
no solo ha rebasado a las autoridades como todos hemos constatado, además
de percibido; lo grave, es que según nos dejan ver quienes están obligados a
contenerla, no se han dado cuenta o se niegan a aceptarlo.
Veamos algunos ejemplos de esta lastimosa realidad de miedo:
El fin de semana, enfureció a todos el asesinato del enfermero Martín Pacheco, días antes atacado a machetazos por fuera de su domicilio.
Del incidente previo hubo amplia cobertura, a lo que ayudó la disposición del
afectado a exponer en medios lo ocurrido.
Pese al aviso que debió representar este atentado en la
colonia Jesús García, el pasado domingo asesinaron al enfermero Martín Pacheco. Indolencia
e impunidad.
Ayer lunes se abordó con mayor y especial atención este
homicidio, y se recordó el antecedente que había registrado.
Al respeto, la politóloga y analista María Elena Carrera comentó esto en Proyecto Puente:
Me
conmueve enorme escuchar la voz de Martín –se reprodujeron los
audios de la denuncia que hiciera de la primera agresión- , como libro de García Márquez: fue crónica de una muerte anunciada
(sic)
Y en respuesta, un ensimismado de nombre Víctor Félix Félix -¡coordinador Estatal
de Operaciones de la Secretaría de Seguridad Pública!- posteó esta insensatez:
Tal
vez se conmueva más cuando escuche las historias de sus 10 Victimas, 10
Investigaciones penales abiertas vs Martin entre ellas Homicidio
(sic)
Es decir, este (des)funcionario prácticamente justifica el asesinato, criminaliza a la víctima y nos dice que
merecía morir.
En la misma categoría de impericia gubernamental, hay que ubicar al secretario del Ayuntamiento
de Hermosillo, Jorge Andrés Suilo Orozco,
quien se atrevió a revelar que horas antes de su muerte el enfermero Martín
Pacheco estuvo detenido por riñas y bajo
los influjos del alcohol.
¿A quién le importa ese dato, frente a lo que realmente debió
y debe preocupar y ocupar a las
autoridades, que era evitar el asesinato, ahora esclarecer el caso y detener a
los responsables?
“Jamás, la conducta,
la vida privada o la condición social de una víctima afectará una investigación”,
declaró a inicios de mes Rodolfo Ríos
Garza, procurador de la Ciudad de México, cuando algo similar ocurrió con el
caso de la joven que mataron en la UNAM.
Ahh, y este Procurador despidió a la directora de
Comunicación que, también vía redes sociales, puso el acento en esta información personal, por irrelevante e inapropiada y “contraria
a los protocolos y principios de la PGJ”.
Lo que Suilo hizo, sin saberlo, es confirmar que en esta ciudad es más penado que te
sorprendan borracho, que robar o traer un machete y matar a un ser humano.
No muy distinto, el director o vocero de la Fiscalía
estatal, Daniel Sinohui, priorizó
que el enfermero no había presentado denuncia y que ya habían detenido el autor
intelectual… ¿¡Y!? ¿Eso explica o los exime? ¿Debemos estar más tranquilos? ¿O
cómo?
No
son funcionarios públicos, estos que tenemos. Subsisten de lo
público como insensibles aplaudidores partidistas, carentes de vergüenza y
siempre dispuestos a servir a sus superiores.
Ellos, al igual que sus jefes, llegan a creer que engañan
simulando seguridad pública o efectividad
policíaca, en los hechos inexistente.
Después de la violenta
jornada del sábado, recogemos un párrafo de boletín oficial que nos parece no solo desatinado, podría ser sintomático de la incomprensión del
problema:
Maloro
Acosta comentó
que cualquier deceso es lamentable, pero lo importante es actuar con firmeza
frente a la delincuencia y mantener el orden, tal como ocurrió en la colonia
Coloso Alto donde falleció uno de los delincuentes cuando era repelido por
elementos de la PESP. Afortunadamente, dijo, los policías lesionados se
encuentran fuera de peligro.
No, lo importante es que no ocurran asesinatos, que en
las colonias se respete a la autoridad y a las corporaciones policíacas, y
disminuyan los robos, que ya no se hable más –porque ya no curran, desde luego-
de machetazos y macheteros.
No
puede ser lo importante la reacción aunque sea “con firmeza”, cuando evidentemente tampoco
hay orden que mantener.
Por cierto, el
lucro o aprovechamiento político de la oposición es solo una consecuencia,
efecto de la terquedad de quienes siguen perdidos en el discurso facilón de las
administraciones pasadas.
Gracias y hasta la próxima con el favor de Dios.
Rodrigo
Sotelo Mendívil
Director
General Masmedio
Correo: rodrigosotelo@masmedio.com
Twitter: @masmedio


