Luis Aguilar, gallardía mexicana

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Conocido como El Gallo Giro, icono de la Época de Oro del cine mexicano, actor, cantante, galán de la comedia ranchera y defensor del cine y la música folclórica, el sonorense Luis Aguilar Manzo (1918 1997) cambió su oficio de tiburonero por el de estrella de cine.


Como Pedro Infante y Jorge Negrete, su carisma frente a las cámaras sumado a su voz, lo llevaron a trascender en el tiempo.


A 100 años de su nacimiento, el 29 de enero de 1918 en Hermosillo, Sonora, el ídolo será recordado por la Secretaría de Cultura a través del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) y en colaboración con el Instituto Sonorense de Cultura, con un ciclo de sus películas en su estado natal.


La muestra 100 años de Luis Aguilar, que inicia este lunes y finaliza el 24 de febrero con materiales facilitados por la plataforma digital Claro Video, está programada de manera gratuita en tres cineclubes de Sonora: el Imagínate IMCA en Hermosillo, el de la Coordinación de Bibliotecas en Guaymas, y el VG en Santa Ana, con filmes como El último chinaco, El hombre de papel y El boxeador, de los cineastas Raúl de Anda, Ismael Rodríguez y Gilberto Gazcón, respectivamente.


El 16 de octubre de 1969, con motivo de los 25 años de trayectoria, Luis Aguilar confesó a Excélsior que fue en una fiesta en la que decidió dedicarse a la actuación y abandonar el peligroso oficio de pesca de tiburones, por el que era famoso tanto en Guaymas como en Mazatlán.


“En 1944 asistí a una fiesta en esta capital en donde interpreté varias melodías de ambiente campirano y un señor de nombre Robert O’Quigley se acercó y me dijo:


“‘Llegarás a ser un actor famoso’. Más tarde me recomendó con el productor Raúl de Anda y firmé el contrato para debutar en el cine, llevando el papel estelar en la cinta Sota, caballo y rey”, relató.


El sobrenombre de El Gallo Giro le fue asignado por el locutor Pedro de Lille, en 1948, quien lo recibió en un programa folclórico en la XEW. El apodo provenía de la película del mismo nombre protagonizada por Aguilar, dirigida por Alberto Gout y con guión de su mecenas, Raúl de Anda.


Con Jorge Negrete actuó en Tal para cual (1953), con Pedro Armendáriz en Ando volando bajo (1959) y con Pedro Infante en A.T.M. A toda máquina (1951) y ¿Qué te ha dado esa mujer? (1951).


Sin embargo, entre sus consentidas también estuvieron Atrás de las nubes (1962), Yo maté a Rosita Alvirez (1947), Cielito lindo (1957), Juana Gallo (1961), junto a María Félix, o la mencionada Sota, caballo y rey (1944).


Aguilar, quien interpretó a personajes enfundados en el charro mexicano, cantador, bebedor, jugador y mujeriego, hizo énfasis constantemente en la importancia del cine folclórico, por sobre otros.


“Los temas folclóricos nunca dejarán de filmarse, ya que representan las costumbres de cierta parte de nuestro pueblo.


“A últimas fechas, mucha gente del cine ha censurado las cintas que hablan de nuestro folclor y muchos sostienen que esta clase de películas no deben filmarse más.


“Es lamentable que estas personas razonen en esta forma, ya que es imposible dejar de mostrar en las pantallas las costumbres de un sector de nuestro pueblo.


“La gran mayoría de los mexicanos no vive en las grandes urbes y, aunque muchos quieran negarlo, en nuestra provincia se tiene aún respeto por nuestras viejas costumbres.


“El hecho de que nuestro país haya evolucionado en todos órdenes, no quiere decir que nuestras costumbres hayan desaparecido, ya que el charro y la china poblana aún imperan en nuestra provincia”, dijo el cantante a este diario en una nota del 22 de noviembre de 1969.


El cantante —quien antes de la pesca y la actuación estudió en el Colegio Militar — tuvo papeles estelares en el cine mexicano junto a otras figuras de la época como Germán Valdés Tin Tán, Antonio Aguilar, Víctor Parra, Pedro Armendáriz, Ignacio López Tarso, Joaquín Pardavé, Marga López, Leticia Palma, Pedro Vargas, Columba Domínguez, Lilia Prado, Eulalio González Piporro y Emilio Fernández, entre otros.


ENTRE EL CINE Y EL CANTO


Luis Aguilar, exponente y defensor también de la música mexicana, tanto fuera como dentro de la pantalla grande, declaró a El Periódico de la Vida Nacional, el 2 de junio de 1978, cuando tenía 60 años de edad, que cantaría hasta que el público se lo permitiera:


“Canto con todo corazón y sentimiento, porque le debo al público lo que he sido y soy en la actualidad.”


En aquel tiempo, dedicó su vida mayormente a la música, pues desde 1975 y durante una década, hizo una pausa ante las cámaras de cine, tras haber filmado Los tres compadres, por no contar con un papel interesante que lo convenciera en el cine de ficheras, que comenzó a desplazar al campirano y folclórico.


Intervino entonces en la televisión con Soledad, en 1980, y Muchachita, en 1986, año en el que retomó su actividad cinematográfica con Nacido para matar.


Para 1990, con 45 años de trayectoria y más de 146 películas en su haber, Luis Aguilar expresó su preocupación porque el público volviera a tener confianza en el cine nacional. Lo dijo con conocimiento de causa, pues probó y gozó de las mieles del éxito de la Época de Oro.


“El pueblo de México está decepcionado con el cine nacional por la temática que ha abordado.


“Va a ser muy difícil que vuelva a tener confianza. Sin embargo, se puede lograr si de verdad quieren hacer un cine bueno.


“Es necesario que a los escritores se les pague bien para que se sientan motivados a hacer buenas historias”, afirmó a Excélsior del 30 de enero de 1990.


Entonces criticó que el cine fuera visto sólo como un negocio y que no se realizaran películas de calidad.


“El público ya está cansado de ver tantas películas sin chiste y por eso han perdido espectadores.


“Lo que el público necesita, y también los productores, es frescura e ideas nuevas. “La crisis que actualmente padece nuestra industria no sólo es de México, sino de todo el mundo.


“Sin embargo, creo y estoy seguro que dentro de esa crisis se puede buscar calidad. Ya es tiempo de que el cine tenga nuevamente su lugar y así puedan surgir figuras tan importantes como las que nacieron en mi época”, señaló en aquellas páginas.

Para el llamado Gallo Giro la música mexicana, a la que dedicó su voz y gran parte de su vida, jamás pasaría de moda.


A un siglo de su nacimiento, sus palabras expuestas el 13 de abril de 1990 en este diario, le dan la razón. Sin embargo, dejó de cantar ese año.


“Ritmos vienen, ritmos van, pero nuestra música mexicana perdurará siempre porque es la que hace vibrar a los seres humanos, prueba de ello está en los extranjeros, quienes siempre terminan grabando con mariachi.


“El que no surjan nuevas figuras en la canción bravía no es culpa de la proyección, sino de los productores que no se lanzan a apadrinar artistas.


“Los jóvenes necesitan el apoyo de empresarios y artistas de renombre para poder sobresalir, pero ni duda cabe en que existe mucha juventud con gran talento”, acotó el intérprete de entrañables canciones como Morenita mía, El sinaloense, El fandanguero, El muchacho alegre, El mariachi y De pies a cabeza, entre otras.


ACTUÓ HASTA SUS ÚLTIMOS DÍAS


Para 1992, el actor declaró su intención de retirarse del medio artístico, pues consideraba que le ofrecían personajes sin importancia, no acordes con su trayectoria ni su nombre:


“Lesionan mi dignidad de actor, los años de esfuerzo y de trabajo. Me hacen pensar seriamente en retirarme.”


Su decepción ante la hechura del cine de la década de 1990 fue expuesta en una entrevista publicada el 9 de marzo de 1995, a sus 77 años de edad y 51 de carrera.


“Los compadrazgos y la inexperiencia de los herederos de la industria fílmica son los que llevaron al cine mexicano a ganarse una imagen de malo. El cine es como la tierra, se necesita sembrar para cosechar. Si se olvida, desaparece.


“A estas alturas de mi vida, sólo hago lo que es de mi agrado. Mi última cinta fue Los años de Greta (1992), una hermosa historia sobre los problemas de la tercera edad.


“He tenido una fructífera carrera profesional que considero debo cuidar con trabajos agradables para toda la familia”, aseveró acerca de la cinta por la que recibió su único Premio Ariel en la categoría de Coactuación Masculina.


Su última aparición en el cine fue un cameo en En los cascos de un caballo (1997), así como en el filme Crimen en Chihuahua (1995), aunque previamente grabó la telenovela Bajo un mismo rostro (1995), producción de Christian Bach y Humberto Zurita, en la que interpretó por vez primera a un sacerdote.

“Soy feliz como actor y no extraño la música a mis 77 años de edad».


“Como actor sólo me retiraré por motivos de salud o cuando mis energías se pierdan.”


El 24 de octubre de 1997, Luis Aguilar Manzo, hijo de Luis C. Aguilar y Concepción Manzo, segundo de cinco hermanos y partícipe en más de 155 películas y cinco telenovelas, murió de un infarto al miocardio mientras dormía en su casa, a los 79 años de edad.


Sus restos fueron cremados en el Cementerio Español y una parte fue depositada en la iglesia de la Cruz, en Jardines del Pedregal, y otra, en una zona cercana a Cancún, en el mar.


“Lo único que quiero es que si me muero, mis hijos, nietos y todas las personas cercanas a mí, no tengan pena, al contrario, que se pongan contentas y digan:


“‘Luis Aguilar tuvo una vida muy feliz’. Así es que no hay que ponerse tristes, que no les duela que yo me muera”, expresó el 19 de julio de 1990 siete años antes de su despedida.