Uno pensaría que Kristen Stewart ha pasado toda su vida bajo los
reflectores. Encumbrada gracias a su participación protagónica en la
saga Crepúsculo, la actriz de 22 años se ha convertido en una
figura perseguida en todo el mundo. El éxito, sin embargo, parece no
agobiarla. Lo toma con calma, dice, como quien sabe que los apapachos en
la industria pueden ser tan efímeros como la gente lo decida.
Con seguridad, Stewart afirma que nunca cambiará nada de su vida con
tal de gustarle a la gente. Ser un ejemplo a seguir no está entre sus
planes inmediatos pues, aunque reconoce la responsabilidad que conlleva
ser una estrella para miles de adolescentes, prefiere vivir sin esas
preocupaciones.
A su edad, parece tener muy centrado el rumbo de su carrera. Reconoce
que la presión puede ser asfixiante pero prefiere enfocarla como una
responsabilidad.
“Lo más importante siempre es ser honesto. La gente puede tratar de
verte como un modelo a seguir y eso está bien siempre y cuando no
cambies tu manera de ser con tal de seguir siendo un ídolo. No pretendo
cambiar para agradarle al público, yo sigo mis corazonadas y eso es ser
honesto. Si pretendiera cambiar entonces les mentiría”, dijo la actriz
durante su visita a México hace unos días para promover Blancanieves y el Cazador, su nuevo proyecto cinematográfico que llegará a las salas de cine hoy.
En la cinta, Stewart se sumerge en la vida de Blancanieves, una
princesa poco convencional que debe luchar para recuperar lo que por
derecho de herencia es suyo. Lograrlo, sin embargo, no será sencillo
pues antes deberá enfrentar y vencer a la reina Ravenna (Charlize
Theron), una seductora y cruel gobernante que ha sumido al reino en una
sombría realidad.
La trama de la historia, dirigida por Rupert Sanders, difiere de la
que Disney versionó y popularizó en 1937, y que estaba basada en un
cuento popular alemán que retomaron los hermanos Grimm. En esta nueva
entrega, en la que también actúan Chris Hemsworth y Sam Claflin, se
muestra un reino oscuro en el que la maldad ha ganado terreno y en el
que la princesa debe hacer gala de valor y entereza para reclamar lo
suyo.
En medio de todo ello, emerge la figura de Blancanieves, no como una
desvalida adolescente, sino como una futura reina dispuesta a vencer a
sus enemigos. El cambio en la visión, según Stewart, la ayudó para
interpretar el papel.
“Hubiera sido mucho más complicado hacer otra versión del clásico
cuento infantil, porque es un personaje muy conocido. En este caso
tuvimos la fortuna de crear algo nuevo, de mostrar que las cosas,
incluso en los cuentos, no deben ser sencillas porque sí. Blancanieves
vive en un mundo que no es blanco o negro, un lugar en el que hay muchos
matices y que permite que los personajes no sean buenos o malos.
Combinar un mundo de fantasía con uno real resultó increíble e
interesante”, explicó la actriz.
El personaje y su presentación, agregó Stewart, son reflejo del
progreso que ha existido en la sociedad en la que ahora no basta con ser
una mujer bonita, la más bonita del reino en su caso, si no existe
fortaleza.
“Presentar un personaje real en un entorno de fantasía es
interesante. Blancanieves no se limita a ser bonita, ella sabe que tiene
la responsabilidad de cambiar las cosas a su alrededor y esa iniciativa
muestra mejor que nada la fortaleza que caracteriza a la mujer en estos
tiempos”, puntualizó Stewart, quien debutó en el cine en 2001 como
parte del elenco de la cinta La seguridad de los objetos.
A partir de aquel filme comenzó el despegue de una carrera que hoy
por hoy la ha colocado como un referente entre la nueva camada de
actores que han sacudido a Hollywood.
Su paso por otros filmes como La habitación del pánico (2002), Zathura, una aventura espacial (2005) y Jumper (2008) abrieron el camino para su participación en la popular saga Crepúsculo en la que hombres lobo y vampiros pelean entre sí.
Con ella, basada en las novelas de Stephenie Meyer, Stewart se
convirtió en un icono capaz de dividir opiniones. Si bien ha tenido un
gran recibimiento entre los adolescentes también ha permitido que la
crítica la ponga en evidencia con sus constantes nominaciones a los
premios Razzie, que se entregan a lo peor del cine estadunidense.
Sin embargo, la originaria de Los Ángeles, ha tratado de demostrar que es algo más que un rostro bonito.
Su incursión en filmes como The Runaways (2010) en el que
dio vida a la rockera Joan Jett, y On The Road, que presentó en la
reciente edición del Festival de Cannes, son señalados por la propia
actriz como un llamado de atención que espera arroje luz sobre su
capacidad histriónica.
