Texanos exigen acciones tras la visita del presidente de USA

El presidente de Estados Unidos, junto con la primera dama, visitó a familiares de víctimas del tiroteo en la escuela primaria Robb en Uvalde, Texas.

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El presidente Joe Biden y su esposa Jill, acudieron a Uvalde y fueron recibidos por una comunidad dolida que pidió ayuda al mandatario para regular la venta de armas y le agradeció la solidaridad de ir a sentir la pena que viven 21 familias en una ciudad marcada por la masacre. Al visitar a las familias que intentan sobreponerse a la tragedia que los marcó con el asesinato de 19 niños y niñas y dos maestras en la escuela primaria Robb, recibieron agradecimientos, pero también reclamos.

«Haz algo», le gritaron al presidente los vecinos y visitantes que llegaron de comunidades aledañas a solidarizarse con los deudos. El mandatario les respondió: «¡lo haremos!». ¡Gracias por su visita!, se leía en algunos carteles que mostraron las personas que lograron quedarse hasta adelante de las vallas metálicas que resguardaron los sitios visitados por Biden y su esposa. Los acompañó el gobernador de Texas, Greg Abbott, cuya postura a favor de las armas tiene a esta comunidad enardecida en su contra.

«A todos los afectados por el horrible tiroteo en la escuela primaria en Uvalde, Texas: Estamos de duelo con ustedes. Oramos contigo. Estamos contigo. Y estamos comprometidos a convertir este dolor en acción», dijo Biden en sus redes sociales. Esta ciudad no volverá a ser la misma, quedó marcada por la masacre de aquella mañana de martes. Los rostros de los 19 niños y niñas, hoy son llorados tanto en el memorial afuera de la escuela que aun es resguardada por la policía al ser la escena del violento crimen de 21 personas, así como en su plaza principal, alrededor de cuya fuente fueron colocados cientos de velas, arreglos florales y las fotografías de cada una de las víctimas.

La comunidad en su mayoría de origen hispano, estrechó aun más sus lazos y recibió masivas condolencias de habitantes de otras ciudades que este domingo acudieron a manifestar su pesar por la tragedia del 24 de mayo, fecha estampada en una cruz, colocada en el parque principal de esta ciudad al sur de Texas.

Tras su llegada a Uvalde, el presidente Biden y su esposa, acudieron al memorial en la escuela Robb; ahí colocaron una ofrenda floral, mientras que Jill Biden tocó las fotografías con los rostros de los 19 pequeños y las dos maestras. Después se trasladaron a la iglesia, donde ante familiares de las víctimas, el presidente Biden les reiteró sus condolencias. «Fue un momento de sanación», contó un familiar cercano a uno de los pequeños que perdió la vida. El sacerdote Juan Mireles pidió a los niños y niñas presentes en la iglesia que subieran al altar y ese fue el momento en el que las lágrimas se desbordaron con intensidad. «Haz algo», le pidieron nuevamente entre sollozos al presidente de una Nación que en menos de 10 días ha vivido dos masacres, la del 17 de mayo en Buffalo y 7 días después la de Uvalde. Este domingo de puente por el día de los caídos que se conmemora este lunes, también fue de contrastes en Uvalde. Mientras cientos de personas de ciudades aledañas se dieron cita para brindar sus condolencias, otros abarrotaron algunos restaurantes ubicados en la calle principal. La realidad detrás de las puertas era muy diferente para los comensales que vivieron este día con total normalidad, mientras afuera la seguridad estaba a tope con la visita del Presidente y las condolencias masivas en la escuela y la plaza principal.

La visita de Biden y su esposa pudo ser observada de lejos por algunos ciudadanos que se acercaban a la escuela, la iglesia o el centro comunitario donde se reunió en privado con familiares y socorristas. La calle Old Carrizo donde se encuentra la primaria Robb, lució llena de gente que rodeaba la manzana. Largas filas de niños, jóvenes y adultos que, sin importar el intenso calor, hicieron fila para depositar flores, juguetes, velas, rosarios y pequeños muñecos de peluche al pie del memorial a las víctimas de Salvador Ramos, un joven de 18 años abatido por la policía, 70 minutos después de ingresar al plantel educativo y abrir fuego contra los pequeños y sus profesoras. Antonio y su esposa Sarah viajaron desde Corpus Christi hasta esta comunidad para dejar una corona de flores con imágenes de 19 niños hecha a mano. De origen hispano, pero nacidos en Texas, ambos dijeron que si hubieran tenido la oportunidad de hablar con el Presidente Biden, le habrían pedido que frenara la venta de armas. «Las masacres en Estados Unidos ya se han convertido en una epidemia» lamentó Antonio.

Sanjuanita, otra mujer que viajó de Castroville, aseguró que ella posee armas y tiene permiso para hacerlo, pero eso no significa que represente un riesgo para su comunidad. Sosteniendo 21 pequeños candiles de plástico que prenden en la oscuridad y que compró para colocar en el memorial, la mujer defendió su derecho a portar armas, pero dijo que es necesario que haya más regulación sobre su uso y comprobar que sus propietarios no tengan algún tipo de problema mental que les haga hacer mal uso de ellas. A partir del martes comenzarán los funerales de los 19 niños y niñas y las dos maestras y se espera que se prolonguen por varios días porque en esta pequeña ciudad solo hay dos funerarias.

Milenio