spot_img
InicioMujeresLa inmigrante que busca empoderar a las refugiadas de Bután

La inmigrante que busca empoderar a las refugiadas de Bután

Para los refugiados dejar sus hogares y rehacer sus vidas en un nuevo lugar no es algo sencillo. La gran mayoría se sienten aislados, solos y con pocas posibilidades de crecer. Incluso muchos de ellos no tienen habilidades o educación, lo que dificulta la búsqueda de trabajo.
Manju Rastogi llegó a Estados Unidos en 1969 desde la India. Con tan solo 21 años y recién casada, arribó a Troy, Ohio, para comenzar una nueva vida. Nunca se sintió más sola que en ese momento, ella y su marido se convirtieron en la única pareja india en la ciudad por 3 o 4 años, lejos de la familia y de personas dispuestas a ayudarlos.
Tras enfrentar problemas en su matrimonio y con 2 hijos a su cargo, Rastogi tenía claro que necesitaba un trabajo para mantener a su familia. Pero no fue nada sencillo. En 1976 se mudó a Akron para obtener un certificado de profesora, sin embargo, el costo y los horarios le impidieron proseguir. Afortunadamente, Rastogi aceptó un trabajo como planeadora financiera y, tras mucho aprendizaje y esfuerzo, logró ser muy buena.
Adaptarse a una nueva vida
Insertarse en Ohio y encontrar un lugar en el mercado de trabajo es un gran desafío para todos los inmigrantes. A partir de 2008, el desafío se ha dado en gran escala para los inmigrantes butaneses de ascendencia nepalí. En 2015 se registró un estimado de 4 mil refugiados butaneses en la zona de Akron.
Reinsertarse en la ciudad no era sencillo para los refugiados. La vida que tenían en los campos era muy restringida, sobre todo para las mujeres que tenían una gran necesidad de dinero y pocas posibilidades. Identificada con sus historias, Rastogi quiso hacer algo para ayudarlas.
Como muchas de ellas habían tenido entrenamiento en costura, Rastogi fundó Dawn Creations. La organización se fundó en 2013, con el objetivo de ayudar a las mujeres butanesas a mejorar sus habilidades de costura para poder vender sus trabajos e integrarse a la sociedad.
Rastogi recibió donaciones de comunidades locales: desde máquinas de coser hasta materiales. Los talleres cuentan con el apoyo de 10 voluntarios. Además aplicó para becas como la de la Knight Foundation y la Hillier Family Foundation para comprar más maquinaria, telas y materiales.
Una ayuda para salir adelante
La organización sin fines de lucro no solo ofrece clases de costura de forma gratuita, sino que paga a las estudiantes por el tiempo de producción de los materiales artesanales y les brinda la posibilidad de vender sus artículos.
Desde jabones hasta bufandas, cobertores, fundas de almohadones y colchonetas de yoga, las refugiadas consiguen el 80 % de las ventas y el restante se utiliza para pagar los gastos de la organización. Las refugiadas obtienen todos los equipos y materiales necesarios para realizar sus trabajos.
Una manera de integrarse a la comunidad
Las clases no solo se limitan a la costura, también se las ayuda en temas de comunicación, superar la timidez, ganar confianza y mantener diálogo con la comunidad local. El dinero de sus ventas les permite construir una vida y sentirse satisfechas, capaces y empoderadas.
La organización se ha convertido en un espacio en el que se les enseña también a cocinar y a valerse por sí mismas. Rastogi espera que cada vez más compañías vendan los productos de las refugiadas y que se integren completamente a la comunidad.
Para que lo que ella vivió no lo repitan otras mujeres, Rastogi aportó su gran granito de arena, y busca constantemente educar, empoderar, y ayudar a muchas mujeres.
RELATED ARTICLES

Most Popular