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Uno quiere y no puede, al otro no le interesa

Héctor Luna

Ya pasado lo pasado y olvidándonos de lo que sucedió en el
ámbito del boxeo el sábado anterior, con la victoria y retención del campeonato
del “Junior” sobre “Veneno” Rubio, que por cierto, el campeón peso medio se
merece un gran reconocimiento, pues es indiscutible que por primera vez no
quedaron dudas de que ya es válida la defensa, pues Rubio no es ningún bulto, y
lo emocionante que estuvo el Súperbowl y la demostración de un conjunto
extraordinario como Gigantes, y no podemos dejar lo que sucedió con los Yaquis
de Ciudad Obregón que no pudieron hacer valer la ofensiva y terminaron cediendo
la corona de manera muy rápida, hay mucho para comentar en el fútbol.

Ayer las Chivas demostraron la categoría en el que se
encuentra el fútbol mexicano con su partido de Copa Libertadores, pero no sólo
el equipo tapatío, los campeones nacionales también sirven de ejemplo para
hacer ver el fútbol de nuestro país.

Y es que, en primera, podemos observar cómo es que los
técnicos y directivas prefieren un torneo por más devaluado como es la liga
local, al no querer mandar a un cuadro competitivo a jugar el repechaje para
aspirar a ser los más grandes de todo el continente americano. Aquí, se elige lo
mezquino, lo fácil, lo patético y lo flojo. ¿Qué le duele a Tigres? ¡Nada! Es el
campeón actual, con una plantilla decente y sin problemas de descenso.
Sinceramente no se entiende el por qué dedicarse a ganar la liga mexicana, que
no te pone en los ojos de nadie, a tratar de ir por lo grande. Peor tantito que
a Ricardo “Tuca” Ferreti se le celebre todo lo que dice, las burradas que se
avienta y no exigirle lo que en verdad puede dar, pero insisto, así es nuestro
deporte por “excelencia”, todo se vale, menos hacer las cosas bien. Ahí tenemos
el caso de la selección que ganó la muy triste y débil Copa Oro y mandó un
equipo b a la Copa América.

Después de lo sucedido con Tigres, llegaron las Chivas, esas
grandes y gloriosas Chivas que sólo viven del pasado y de los engaños de su
dueño y la esposa de éste. El club de Guadalajara es el reflejo exacto para
darnos cuenta de lo mal que anda todo por estos rumbos. Y es que, el equipo más
popular, el equipo más ganador de México, el club con una grandeza infinita, no
puede meter gente a su estadio, no puede jugar bien, mucho menos puede ganar.

Si bien en la competencia local ya es normal que el Omnilife
esté medio vacío o totalmente solo, este partido internacional reunía todo lo
necesario para que la casa de Vergara se llenara, pero no fue así, lo que
provocó una serie de burlas por Twitter, muy ingeniosas por cierto.

La fanaticada al rebaño sagrado se dice ser exigente, pues
es por eso que abandonaron a su equipo durante ya varias semanas, pues no están
para perder el tiempo con un equipo que juega paupérrimo, pero de ser así,  este juego internacional es de real exigencia,
o qué más quieren, aparte la culpa la tiene Jorgito Vergara al compararse con
el Barcelona en cada instante, ya los pobres ilusos se sienten los no
merecedores de esta liga y esta copa. Y se repite, así es nuestro fútbol; la
afición vive engañada por cosas infumables que nos mandan a decir, y que aunque
la realidad indique una cosa, los sueños guajiros de televisoras, empresas y
particulares hacen decir otra.

En pocas palabras, lo que vive el deporte nacional a nivel
internacional, es el ver de qué está hecho, en este caso, nuestro balompié, y
con lo sucedido, podemos dar por verdadero que tenemos un pambol olvidado, inventado, arrastrado, conformista, mal planeado y
sobre todo; que nunca logrará algo importante.

Un equipo intentó pero no pudo, el otro tenía con qué pero
no quiso, el chiste es que ninguno ganó y es de esta forma que equipos como
Tigres nunca pasarán de su pobre burbuja de Nuevo León donde sólo allí existen,
y otros equipos como Chivas, que por más inflados que estén, sólo queda vivir
de recuerdos.

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