Un
estudio de la Universidad de Pittsburgh y de
la Universidad de Michigan, publicado por Child
Development, encontró que los efectos y las consecuencias negativas de este
tipo de disciplina verbal son más grandes de lo que sospechamos.
Cuando
un padre le grita a los hijos usualmente es porque los niños se comportan mal.
Si los padres reaccionan así de forma constante, los niños reaccionarán a la larga portándose peor.
Los
padres pueden usar la intimidación al gritar, tratan de llamar su atención
maldiciendo o pueden usar la humillación, diciéndole adjetivos como
vagos o tontos.
El
resultado de que uses continuamente los gritos agresivos hace que el niño se
sienta rechazado y sienten que no les gusta a sus padres como son, lo que provoca un
resultado negativo en su conducta.
Las
conclusiones del estudio fueron claras. Gritar no ayuda. La disciplina severa
no solo NO es efectiva, sino que provoca actitudes negativas, o
problemas psicológicos a largo plazo para los niños sin contar que daña la
relación de padres e hijos.
