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El amor excesivo hacia las mascotas, ¿cuándo empieza a ser un trastorno?

Gatos lanzándose sin piedad contra los árboles de Navidad.
Son los protagonistas de los videos más compartidos durante las últimas
semanas. Pero no son una excepción. Nuestras mascotas, perros, gatos,
canarios y hasta conejos gordinflones se han vuelto virales en miles de videos
que se comparten millones de veces.

Estamos locos por los animales y si son los nuestros muchos
más. Tanto que se habla popularmente de petophilia, es decir, amor excesivo por las mascotas. No se
trata de un término que hayan adoptado, todavía, los manuales de diagnóstico y
estadística relativos a los trastornos mentales, pero sí se usa este término
para reflejar ciertos comportamientos, digamos, extravagantes.




Perros en peluquerías de hoteles de cinco estrellas, gente
que se casa con su gato o que le deja en herencia el dinero que le haría falta
a su familia o personas, simplemente, que les ponen por delante de los seres
humanos en cuanto a derechos. Sí, es posible que en estos casos se nos esté
yendo de las manos el amor por los animales, sano y necesario, por otra
parte. Hablaríamos de petophilia
como trastorno cuando este apego excesivo nos impida realizar una vida normal o
si se determina que esta alteración causa un malestar clínicamente
significativo o deterioro en lo social, académico, laboral u otras áreas
importantes del funcionamiento.

¿Qué explicación puede tener este posible trastorno? De un
lado, en psicología y si hablamos de comportamiento llegamos a las teorías
freudianas que explican el desplazamiento de nuestras necesidades como
mecanismo de defensa. Por lo tanto, en cuanto a los animales, estaríamos
transfiriendo nuestras necesidades afectivas y de filiación hacia nuestras
mascotas.




Por otro lado, tras este cariño desmedido, esta pasión por
nuestros “mejores amigos”, puede encontrarse la necesidad de amor incondicional,
con lo que éste conlleva de protección, aceptación, y priorización por encima
de nuestros semejantes. En ocasiones puede suceder que las personas que no
logran cubrir dichas necesidades en su entorno traten de compensarlas con estos
animales, tratándoles de la misma manera que si fuesen individuos.

En general, si no estás supeditando tu vida a un animal,
al igual que no deberías hacerlo a una persona, puesto que eres un ser
individual, sólo debes enorgullecerte porque tu “amor animal” refleja una
escala positiva de valores. Ese vínculo afectivo que le coloca a él, perro,
gato o cobaya, en un lugar importante, habla de respeto y tolerancia.

Así pues, no te limites: háblale, hazle cariños y disfruten
de au compañía mutua.

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