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¿Somos flojos los latinoamericanos?

En general, hay una inclinación a los placeres que solo
algunas culturas comparten, y que nos lleva a despilfarrar tiempo y recursos.
Sin embargo, lo de flojos es cuestionable.

Es innegable que la cultura latinoamericana no se acerca ni
remotamente a las culturas orientales donde los días feriados escasean y los
niños desde muy pequeños aprenden una disciplina férrea que les acompaña
durante toda su vida. Pero tampoco se puede acusar a todos los latinos de ser
perezosos, esta cultura ha sido estereotipada a través de personajes
televisivos que nos presentan como seres unidimensionales y de valores
cuestionables que sólo viven para la rumba y el amor.




Sin embargo, la realidad de las historias familiares de
muchos latinos pueden evidenciar lo contrario: abuelas que desde muy pequeñas
tienen el hábito de madrugar para comenzar desde muy temprano la faena,
emprendedores que en situaciones adversas a punta de trabajo duro han alcanzado
el éxito, naciones enteras que han pasado de pobreza generalizada a niveles de
desarrollo aceptables. Así muchas historias reales, anecdóticas, que dibujan
con tintes de energía y determinación a los nacidos en esta parte del mundo.

 

Los reyes del trabajo
en Latinoamérica

Muy a pesar del estigma de latinos y caribeños, los números
dicen otra cosa. Por ejemplo, México, país identificado por el narcotráfico, la
violencia de género y los tacos, en el 2016 se encontraba en el segundo lugar
entre los países la jornada laboral más extensa en el mundo; sólo es superado
por Turquía. Esto de acuerdo con una lista publicada por la revista Forbes

Así, según datos de la OCDE (Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económicos), el 29% de los trabajadores mexicanos laboran más
de 50 horas semanales, seguido de Corea del Sur, con un 27%. De esto podemos
concluir dos cosas: los mexicanos no son tan flojos como se cree. Y segundo,
tal vez en la nación de Frida Kahlo no existan (o no se apliquen) leyes que
regulen este aspecto, ni una economía los suficientemente sana como para que
las personas no se veían forzadas a trabajar tal número de horas.




En relación al primer punto, se plantea el hecho de que los
latinos, o por lo menos los mexicanos, son personas trabajadoras y productivas.
Una vez más la televisión nos ha mentido: Cantinflas era sólo un personaje
ficticio basado en una cultura de rasgos específicos, mas no un retrato hablado
de la personalidad de toda una sociedad. Sobre el segundo asunto, podemos
plantear algunos supuestos: nuestras economías no son las más prosperas, la
distribución de las riquezas no es la más equitativa, la educación en cuanto al
manejo de finanzas personales de los latinos es pésima, o quizás todas las
anteriores. Lo cierto es que estas cifras indican mucho más de la cantidad de
horas laboradas en promedio por un mexicano o un coreano.

Ojeando también las cifras publicadas por la OIT
(Organización Internacional del trabajo), tenemos que Perú es el treceavo país
con una mayor tasa de personas empleadas, siendo el país con la menor tasa de
desempleo en la región, el 72,8% de sus habitantes en edad productiva cuenta
con un trabajo. Seguido por Bolivia, ubicada en la posición quince del estudio
mundial, con 72,2%. En los primeros diez puestos del mencionado estudio, se
encuentran países africanos como Madagascar, Zimbabue y Tanzania, y países
europeos como Suiza, Noruega y Holanda, denotando un interesante contraste
entre países en condición de pobreza, y los llamaos primermundistas. Vale la
pena destacar que las grandes potencias como Estados Unidos, China o Japón no
figuran en los primeros lugares de dicho estudio.

Estas cifras y las anteriores son sólo cifras, que dicen poco
o mucho sobre la realidad de los latinos. Somos personas trabajadoras y lo
sabemos por que todos los días trabajamos. ¿Qué si hay latinos flojos? ¡Los
hay! Y más de los que me gustaría admitir, más allá de un tema de cultura es un
tema humano. También existen alemanes renuentes a trabajar, y tailandeses y
norteamericanos. Fin del asunto. Quedan pendiente temas de oportunidades
laborales, calidad en la educación, patrones de consumo y economías nacionales
que indiscutiblemente guardan una estrecha relación con el trabajo en las
naciones hispanoamericanas.

 

Sin embargo, ya hemos creado la fama, y al respecto no hay
nada que hacer. No es nuestro deber el trabajar sin descanso para demostrar al
mundo que somos tan dedicados y hacendosos como los demás, no. Nuestro deber es
trabajar sin descanso para desarrollar la excelencia dentro de nuestros campos
laborales, y en pro de la comunidad, nuestra familia y nuestras propias
ambiciones.

Ina Castro

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