Por Cristóbal Copetillo
Con movimientos de brazos y muñecas perfectamente coordinados, Mauro Pérez González, de 26 años de edad, le da “vida” a una esfera de cristal, que parece flotar mágicamente en el aire.
Originario de Honduras, el circense callejero se gana la vida en los cruceros de la ciudad, moviendo con agilidad una esfera de cristal, cuyo tamaño es similar al de una naranja.
El arte que práctica se llama “contact”, y consiste en crear una ilusión óptica, que da al espectador la sensación que la bola de cristal flota en el aire y es manipulada telepáticamente por el acróbata.
Alrededor de cuatro años tiene Pérez González practicando con la esfera de cristal
No más de 150 pesos al día obtiene Mauro por entretener a los automovilistas cuando el semáforo esta en rojo, y esto debido a que constantemente los tránsitos municipales y algunos otros acróbatas callejeros lo corren de su fuente de trabajo.
Pese a lo anterior, el Circense señaló que disfruta su trabajo, y muy pronto como “nómada” que es, seguirá su camino más al norte hasta llegar a los Estados Unidos.
