La maratón es una de las competencias más exigentes que existen. La distancia tradicional (42.195 kilómetros) demanda de un esfuerzo descomunal de más de dos horas. Como consecuencia de tal trabajo pueden surgir diversas lesiones. Por supuesto, las articulaciones y los músculos son los principales zonas de riesgo, más aún cuando no se realiza la tarea de manera adecuada.
Sin embargo, las rodillas o los tobillos y los cuadriceps o pantorrillas no son los únicos afectados. El impacto que produce una carrera en el organismo también puede dañar a los riñones. A dicha conclusión llegaron un grupo de expertos de la Universidad de Yale tras realizar un pequeño experimento que incluyó a 22 runners, de una edad promedio de 44 años y en su mayoría mujeres.
En los resultados publicados en la revista American Journal of Kidney Disease se reveló que la práctica de esta actividad física produce una lesión en el órgano destinado a filtrar los desechos del cuerpo, cuya consecuencia se puede magnificar a largo plazo.
Los científicos tomaron los datos de sangre y orina de los corredores de la maratón de Hartford (de la edición de 2015) y encontraron que luego de la carrera hasta un 82 por ciento de ellos sufrían insuficiencia renal aguda (IRA) en primer grado. Esta patología es una enfermedad caracterizada por una incapacidad de los riñones de filtrar los desechos y toxinas que se encuentran en la sangre. En aquella ocasión, los riñones de los participantes recuperaron su estado inicial en los dos días posteriores transcurrida la prueba.


