Por
Rodrigo Sotelo / Twitter: @masmedio
A propósito de la multicitada columna de opinión que publicó
el periodista Federico Arreola, donde desliza que Ernesto Gándara Camou podría
aceptar ser candidato de Movimiento
Ciudadano, reflexionamos sobre las alternativas que tiene el priista para
darle sentido a su manifiesto de dignidad.
Llegamos a una conclusión que se elude intencionadamente
para favorecer o matizar el nuevo fracaso electoral del Senador: dignidad sería
no sentarse y contender en una interna para probar la superioridad que presume.
Dignidad sería no disciplinarse
y no aceptar este nuevo “agravio”,
y por respeto a los seguidores que dice tener como “el más posicionado en las encuestas”, buscar ser candidato por
algún otro partido político distinto al PRI.
De no ser así, el concepto de dignidad que alude se
reduce a una simple expresión emocional a manera de berrinche y con objetivo de
chantaje para participar en el reparto de candidaturas.
Está visto que no se encuentra en la esencia de Ernesto
Gándara respetar la voluntad de los liderazgos de su partido.
A él le gusta escucharse a sí mismo, se aplaude solito y
no tiene más perspectiva que el espejo que abrillanta con bravatas y retórica
victimizante.
Si no acepta que Claudia Pavlovich Arellano fue y es mejor,
por ser claramente más competitiva y acumular más méritos para la candidatura,
¿Por qué no la derrota electoralmente?
Ella no tiene un solo vínculo vergonzante, puede crecer
en simpatías, es la única en el PRI con estructural real, la acompaña un equipo
más capacitado y siempre estuvo dispuesta a asimilar sin regateos la decisión
de su partido.
Aquí, en este espacio, sostenemos que hay elementos para
suponer que, en una contienda constitucional, el perfil de Claudia es más
complicado para el PAN Gobierno que el del propio Borrego Gándara.
¿A qué le teme o qué pretende el Senador Gándara? Si es
todo un catalizador electoral, si impone agenda, si tiene la estatura política, ¿Por qué no le entra
y define sin ambigüedades no someterse?
Dignidad sería no haberle levantado la mano a la
designada que considera inferior.
Dignidad sería no apostar al encono como último recurso y
con un falso discurso de disposición a la construcción
de la unidad.
Dignidad sería mostrar congruencia entre lo que se dice y
se hace. La consistencia que practica el político con calidad de profesional.
Dignidad sería perder peleando y no pretender rescatar
las migajas que le concedan por haber permitido lo volvieran a sentar.
Gracias y hasta la próxima con el favor de Dios.
Rodrigo
Sotelo Mendívil
Director
General Masmedio
Correo: rodrigosotelo69@hotmail.com
Twitter:
@masmedio
