Por
Rodrigo Sotelo / Twitter: @masmedio
Leímos con cierto morbo una columna periodística en donde
se intenta colocar al priista Ernesto
Gándara como el aspirante con más posibilidades de llegar a Palacio de
Gobierno.
“Tiene la mesa
servida”, opina un colega quien argumenta la caída en aceptación del
presidente López Obrador y su
partido Morena, así como el “empate
técnico” que arroja una encuesta de preferencias electorales.
“Así es la política
cuando el sustento es solo el discurso”, reflexiona convencido y
concluyente.
No podemos estar más en desacuerdo, aunque agradecidos
porque nos invita a exponer la pasmocidad,
dependencia y autocomplacencia a la que se ciñe y le apuesta la oposición en
estos demandantes momentos de incertidumbre y emergencia.
El de Gándara es
un caso digno de análisis, como el de otros y otras que ante el inesperado
escenario se han refugiado en la comodidad
del disimulo o el cuestionamiento automático
a lo que otros hacen.
En Ernesto Gándara
es tanto como imperdonable, como peligroso, porque sostenemos que nunca como
ahora tiene la mesa servida –coincidimos-,
pero como siempre su tibieza lo margina
y hasta podría sacarlo de la competencia.
Sí, es irónico, pero esta revitalizada del priismo en Sonora- por la diligencia del Estado y
la insensibilidad federal- estimulará a
quienes se sabían imposibilitados y que siguen viendo con desconfianza la candidatura de Ernesto
Gándara.
La
oposición no se ha enterado, no entiende, que en estas semanas se
puede estar definiendo la permanencia
del PRI Gobierno o la llegada de Morena.
Pero si Ernesto
Gándara está ausente, ¿qué hacen los demás aspirantes? ¿Dónde se meten los
dirigentes partidistas, estatales y municipales? ¿Con qué cara saldrán en unos
meses a cuestionar y pedir el voto?
Veamos algunos ejemplos:
Antonio
Astiazarán, por el PAN, no ha salido del Twitter donde comparte su preocupación virtual por la pandemia con
su tema de las energías renovables o alternativas.
Su
dirigente Ernesto Munro, no tiene comparación:
este panistas ha pasado del aturdimiento, al cinismo y la necedad. Es un opinador inservible. Todo también desde
redes, claro.
Por el PRI, Ernesto
De Lucas se perdió. Este dirigente revolucionario
empezó un paso adelante del propio gobierno con su propuesta económica y de
regresar prerrogativas, pero por lo (no) visto lo sentaron y enviaron de
vacaciones.
En Morena, Jacobo
Mendoza hace lo que haría cualquier dirigente en el poder. Como Alfonso Durazo que igual espera pase la
tempestad y solo se mueve lo necesario.
En Movimiento Ciudadano, podría rescatarse a María Dolores del Río, quien desde el
Congreso y con un esfuerzo mediano, aplasta la mediocridad y desenfoque de un Ricardo Bours sin imaginación.
Mientras que en los municipios, los dirigentes
antagonistas se tomaron muy en serio lo del quédate en casa obligatorio
y están abriendo la puerta a liderazgos locales de la sociedad civil más conscientes
e interesados.
Hermosillo es un ejemplo, donde la escasez está tan marcada que hasta
pueden perdonarse las constantes
ligerezas del Güero Nieves, del PAN, si se le compara con la inexplicable reclusión
e incomunicación de Iris Sánchez,
del PRI.
¿Alguien sabe algo de esta dama que un día rindió
protesta en el PRI Hermosillo y al siguiente desapareció?
Aunque este par encaja en algo: no son pieza para el carácter
y determinación de la alcaldesa Celida López (guste o no).
Ernesto
Gándara, como todos estos, dependen de que lo siga haciendo mal Morena.
Apuestan a que sus gobernantes se sigan equivocando para
alimentar su discurso –cuando alcancen a estructurarlo-, como cuando Morena se
sirvió de la corrupción del PRI para relevarlos.
Se auto complacen haciendo la semejanza para justificar inactividad
y la falta de valor para tomar riesgos y decisiones.
Morena tuvo la mesa
servida y se comió todo, y ahora sus opositores la quieren peladita y en la
boca.
Gracias y hasta la próxima con el favor de Dios.
Rodrigo
Sotelo Mendívil
Director
General Masmedio
Twitter:
@masmedio
Correo: rodrigosotelo@masmedio.com / rodrigosotelo69@hotmail.com